1.- Lo que hemos visto y oído, eso anunciamos
Cuando salga este número de Cresol se habrá celebrado en Valencia el Sínodo diocesano. La intención que ha animado todo el proceso que ha conducido a este Sínodo ha sido promover en Valencia una Iglesia evangelizada y evangelizadora, propósito necesario y urgente, porque hoy nuestra sociedad necesita, más que nunca, conocer a Jesucristo y seguirle. Ahora bien, sólo pueden darlo a conocer los que previamente lo han conocido. Estas dos palabras, “evangelizada y evangelizadora” resumen la misión permanente de la Iglesia: dejarse llenar del Evangelio de Jesús y transmitir ese mismo Evangelio.
“Iglesia evangelizada y evangelizadora” es algo más que un lema, es una llamada a convertirnos y a ser testigos. O, si se prefiere una expresión de Francisco, a ser “discípulos misioneros”. Por este orden, porque no se puede ser misionero sin antes ser discípulo, pero un discípulo que no es misionero es un falso discípulo, porque la fe no puede esconderse, no es algo privado. “Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús” (Evangelii Gaudium, 120), como la samaritana que, apenas salió de su diálogo con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús “por la palabra de la mujer” (Jn 4,39).
Tomás de Aquino dice algo parecido, con una frase lapidaria que el Papa cita gustoso: “comunicar a otros lo que uno ha contemplado”. “Por esto, dice Francisco, antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predicación, primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que herirá a los demás” (EG, 150). Ya el Vaticano II, inspirándose en la primera carta de Juan (“lo que hemos visto y oído os lo anunciamos”), comenzó su famosa constitución Dei Verbum, con unas palabras que bien podrían resumir todo el propósito conciliar: “La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo Concilio”. Primero escuchar, para luego proclamar. Dejando claro, como ya hemos dicho, que si no hay proclamación es porque no ha habido una buena escucha.
Dicho todo lo anterior, también hay que dejar claro que el anuncio del Evangelio no puede hacerse de forma genérica o abstracta. Es necesario que los oyentes perciban que este anuncio responde a sus necesidades y demandas de sentido. Para eso, además de escuchar el Evangelio, necesitamos estar muy atentos a los signos de los tiempos y conocer bien la sociedad de hoy. En esta línea, el Vaticano II, después de dejar claro que “los presbíteros tienen como deber primero anunciar a todos el Evangelio de Dios”, añade: “la predicación sacerdotal, que en las circunstancias actuales del mundo resulta no raras veces dificilísima, para que mejor mueva a las almas de los oyentes, no debe exponer la palabra de Dios sólo de modo general y abstracto, sino aplicar a las circunstancias concretas de la vida la verdad perenne del Evangelio” (Presbyterorum Ordinis, 4).
2.- Acercarse a los alejados
El anuncio del Evangelio debe hacerse en la sociedad que tenemos. A veces se piensa más o menos así: “si esta sociedad funcionase de otra forma, se construyese de otro modo, si tuviéramos otras leyes, otro gobierno, sería posible hacer algo”. Ante pensamientos como estos, el P. Chenu reaccionaba diciendo: “No; hemos sido enviados al mundo tal cual es; éste es el mundo que Cristo ha amado y por el cual murió”. La Iglesia tiene que evangelizar al mundo tal como es y tal como se construye. En una sociedad secularizada como la nuestra ya no podemos pensar ni actuar como si la fe fuera una herencia sociológica. Quizás hubo un tiempo en que lo evidente era la fe. Hoy lo evidente es la “no fe”.
Hoy, precisamente en aquellos países donde en tiempos pasados había abundancia de bautizados, el ambiente se ha vuelto indiferente al anuncio del evangelio y, a veces, hostil. Muchos ciudadanos se confiesan agnósticos o indiferentes y, como consecuencia, las iglesias se han vaciado de fieles para llenarse, en ocasiones, de turistas. Si queremos que este mundo nos escuche es necesario que nos acerquemos a él, que le miremos con simpatía, que le escuchemos, que nos esforcemos en comprenderlo. Si nuestra predicación comienza por condenar la cultura secular, está asegurado su fracaso. Hay que empezar por detectar cuánto hay de verdad, de bondad y de belleza en esta cultura, y tener claro que la bondad y la verdad siempre están inspiradas por el Espíritu Santo. En la cultura secular, por decirlo con una expresión patrística, hay muchas semillas del Verbo.
En este sentido Kierkegaard enunció la siguiente tesis: “Para llevar a un hombre a una determinada posición, ante todo, es preciso fatigarse para encontrarle donde está y empezar ahí. Si podéis hacer eso, si podéis encontrar exactamente el lugar donde está el otro y empezar ahí, tal vez podáis tener la suerte de conducirle al lugar donde os halláis vosotros”. Si quiere tener alguna posibilidad de ser escuchada, la Iglesia debe acercarse a los alejados. Desde el rechazo y la beligerancia no tenemos ninguna posibilidad de que nos escuchen. Nos darán la espalda, nos dirán que nos metamos en nuestros asuntos, que no interesamos, que nadie nos ha llamado. Quizás desde la simpatía sean pocos los que nos escuchen. Desde el rechazo no lo hará nadie.
La evangelización es un movimiento de doble sentido, en el que damos y en el que aprendemos. Pero para dar, primero hay que aprender. Y el aprendizaje precisa de la asistencia a dos escuelas: en primer lugar, la escuela de la Palabra de Dios (oración, sacramentos, estudio de la Palabra); en segundo lugar, la escuela de los signos de los tiempos, para aprender el lenguaje del mundo y así poder traducir el lenguaje de la Palabra y de la Iglesia. Como decía Karl Barht, el sermón hay que prepararlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.
D’un Sínode Diocesà s’espera que pose rostre al futur que volem com a comunitat de creients en Jesús de Natzaret, i fomente la il·lusió que desperta una elecció col·lectiva sobre el camí eclesial a seguir en un context històric concret. És doncs una afirmació identitària, ací i ara, i una celebració de la voluntat comunitària que porta a construir un «nosaltres» comú i compartit. Cap de les dos expectatives he pogut celebrar en llegir l’«Onzena proposta sobre Església, cultura, educació i societat». Encara que ja coneixia les opinions particulars del senyor Cardenal, vaig tindre l’esperança que el Sínode ampliara, encara que fora mínimament, la visió tan esbiaixada sobre l’escola en la situació actual.
Dis-me quina escola vols i et diré que futur esperes, ja que l’escola és l’espill de la societat, i la bastida que apuntala un edifici en ruïna i una plataforma que permet pujar a la part alta de l’edifici i atalaiar l’horitzó. ¿Quina escola s’ha decidit a mà alçada, a la búlgara, en el Sínode? ¿Quina catolicitat proposa per a l’educació?
Mons paral·lels
L’Esdeveniment de Jesús va originar, a partir de Pentecosta, un Moviment que es realitzava en marcs culturals diferents, en sistemes jurídics i polítics diversos, en formes de vida plurals. Jesús podia haver creat una Escola filosòfica, com era normal en el seu temps, i no ho va fer. Podia haver creat un partit polític, com era usual en el seu temps, i no ho va fer. Podia haver creat una litúrgia amb idioma propi, com era costum en les oracions del seu temps, i no ho va fer. La fe de Jesús es realitzà en cada moment atenent als signes del temps a fi que la necessària institucionalitat fora oberta, inclusiva, missionera, i pogueren fer niu en ella totes les sensibilitats, cultures, símbols i llengües. Quan la fe pretén residenciar-se en un sol model d’educació i crear un món propi ‒escoles catòliques‒ paral·lel i asimètric, amb una lògica excloent, i amb estratègies d’enfrontament, perd la seua qualitat cristiana.
A la proposta sinodal referida a l’ensenyament li falta qualitat evangèlica en suposar que l’única organització escolar catòlica és la proposta per una visió conservadora. Per a previndre d’esta deriva, Francesc advertia en el Congrés de l’Església italiana (2015) que «resulta inútil buscar solucions en conservadorismes i fonamentalismes, en la restauració de conductes i formes superades que ni tan sols culturalment tenen capacitat de ser significatives». ¿Quin futur obri per a la diòcesi valenciana la identificació del que és catòlic amb la injuriada llei Wert?
La proposta sinodal enfortix un sistema educatiu constituït pels centres d’ensenyament propis enfront d’un altre sistema al qual se li nega fins i tot el nom de públic «impròpiament denominada publica»(sic). Segons el text ha de dir-se estatal, com si l’Estat no fora també la casa dels qui ens reconeixem catòlics; s’oblida que el major nombre de cristians pertanyen al sistema públic. ¿Des de quan la propietat d’un centre marca la qualitat evangèlica? Quan s’afirma que l’EsAglésia a València realitza l’evangelització «mitjançant els col·legis pertanyents a la Fundació Sant Vicent Màrtir, o mitjançant la Fundació Marcelino Olaechea, i amb les Escoles Catòliques» ignora la multitud de persones que són autènticament cristians en les escoles, instituts i universitats de titularitat pública. ¿On estic jo, que vaig decidir realitzar la meua condició cristiana en una Universitat pública? S’ignora també el carisma de religiosos i religioses, que, a títol personal o associatiu, han decidit realitzar la seua vocació docent com a professors en l’espai públic després d’unes oposicions. ¿Per què s’ignora que en els Parlaments, en les Corts, en les Conselleries i Direccions Generals estan treballant persones cristianes a favor del bé comú i interés general?
Crida a la confrontació
El Sínode diocesà convida a crear un front entre els col·legis diocesans i Universitats catòliques per a atendre les necessitats educatives dels col·legis diocesans. ¿Què s’espera d’esta cooperació entre centres catòlics? Segons el text aprovat, s’espera disposa d’«un projecte diocesà comú» ‒de nou la preocupació per la identitat confiada a l’ideari de centres. ¿Quin sentit té reclamar la llibertat enfront de l’escola única estatal i proposar una escola única diocesana a través d’un projecte uniformat per a tots els centres catòlics?¿No deu ser que la llibertat no la garantix la propietat del centre?S’espera «una integració comuna laboral i econòmica entre els col·legis diocesans que a la manera d’una unitat institucional podria produir notables estalvis i beneficis laborals» ‒de nou la lògica bancària preocupada per reduir despeses laborals!I en tercer lloc s’espera que se seleccione el personal «tenint en compte la seua identificació amb l’ideari del centre» ‒de nou criteris confessionals excloents! ¿On queden els criteris d’idoneïtat, competència i transparència?Els tres criteris no auguren un rostre catòlic per a l’Església.
Jo esperava del Sínode una invitació a ser testimonis de l’evangeli en el lloc que cadascú trie; a defensar la llibertat de consciència i d’ensenyament en qualsevol context; a ser tutors dels subjectes fràgils creant condicions justes; a crear llaços d’amistat social en una societat profundament polaritzada i no alimentar una bancada.
Alarma en el món educatiu
¿A què respon esta proposta diocesana? Subjau un diagnòstic poc creïble, irracional i injust que declara «l’estat d’emergència educativa» perquè «ha oblidat el servici a la veritat». ¿Per què s’ofén a tants educadors, mestres i professors, que ensenyen diàriament a buscar la veritat, la bellesa, la justícia, la pau? Em tem que després d’este diagnòstic està la convicció que va haver-hi un temps en el qual no existia el caos, perquè existia una llei educativa que va posar orde i concert, encara que només tinguera el suport d’un partit polític, amb un model organitzatiu hostil a la titularitat pública, amb una visió conservadora, mercantilista i segregadora de l’educació. En democràcia l’espai de legitimació l’atorga el sufragi universal, i l’espai de legalitat el concedix el Parlament. Si el país ha decidit democràticament aprovar una llei d’educació, amb el suport majoritari de huit partits, que trastoca els equilibris entre el públic, el privat i el social, emfatitza l’espai públic com a lloc de creients i d’ateus, de pobres i rics, del Sínode es podia esperar que projectara la fe, l’esperança i la caritat en un context socialdemòcrata i amb un govern progressista i un parlament d’esquerres. Els concilis de l’església primitiva, no es van plantejar crear institucions socials, culturals i polítiques d’un sol color, sinó anunciar l’evangeli de Jesús en les institucions realment existents.
Som catòlics. Sí. Però ser catòlic, en la immensa majoria de nosaltres, no ha suposat una elecció personal del catolicisme. És evident, perquè som nats en una cultura amerada absolutament pel catolicisme cultural i històric.
Però això no vol dir que no hàgem triat, perquè en tots hi ha hagut un moment en què hem elegit la fe, hem acceptat a Jesús de Natzaret com a Salvador i en elegir-lo hem acceptat també el conjunt estructural de la societat que ens ha transmés eixa Presència companya i permanent: per a nosaltres el catolicisme. He dit un moment, però el més usual ha sigut una decantació progressiva, de vegades inconscient, en la fondària de la nostra existència amb el resultat de saber-se creient. He dit creient i no merament religiós, perquè ser religiós suposa un caràcter, unes emocions i un gust per les formes que, potser, la persona creient no necessita tant. Un deixeble de Jesús pot ser molt o poc religiós.
Així que, en acceptar a Jesús, hem acceptat el catolicisme, almenys com a base cultural i estructura transmissora de la nostra creença... I el catolicisme és molt dens, és molt polifacètic i ocupa molt espai en la història humana, especialment d’Occident.
Som seguidors de Jesús, cristians, amb les vestidures catòliques. A cadascú de nosaltres el catolicisme ens ha donat una ètica, una visió del món, unes formes, unes idees dogmàtiques, uns costums... Ja sabem que hi ha altres cristians que tenen un altre estil, una altra roba, sense deixar per això de ser seguidors de Crist.
Un dels aspectes que pot qualificar l’Església catòlica és, naturalment, la universalitat. Això vol dir “catòlic”, però la catolicitat va més enllà de la semàntica, perquè en la història dels últims dos mil·lennis la presència de l’Església (per al bé i de vegades per al mal) ha sigut tremenda; la diversitat de les seues diverses tradicions és peculiar, encara que el patriarcat llatí siga més refractari a la diversitat, però àdhuc en ell la fluorescència de formes és enorme (els que hem estat a Amèrica, ho sabem molt bé); l’encarnació en les diverses cultures humanes és sorprenent i ara mateix se n’estan produint de noves; i no podem oblidar la diversitat ideològica i teològica, malgrat els esforços de la cúria vaticana per controlar-la i sotmetre-la. Per últim, eixa consciència, eixe desig d’unitat en la diversitat que, a Déu gràcies, el Concili va ressaltar, forma part també del que estem dient.
En l’època napoleònica es parlava de Pius VII com de l’últim Papa. ¡Res més contrari a la realitat! Des de Lleó XIII fins a hores d’ara la figura de la unitat, que el Papa representa, ha anat creixent cada vegada més fins al dia de hui en què la veu de Francesc és la veu espiritual més forta i clamorosa en la nostra aldea global. I cal indicar que és poderosa malgrat la força del materialisme dinerari neoliberal que amera tota la visió de la humanitat actual. Precisament estos dies, el papa Francesc, parlant amb els que viuen en la Casa Internacional del Clero a Roma, avisa de no tancar-se en el gueto; de no quedar-se en costums gastats; de mirar avant amb noves formes per a oferir el sentit de vida que la gent necessita cada vegada més.
El catolicisme ha de ser, hui en dia més que mai, completament reformat, reprogramat, perquè ja no s’oferix a persones que no saben llegir o escriure que necessitaven una explicació mitològica, sinó a centenars de milions de persones que tenen títol de batxillerat o de graduat universitat, i tenen un pensament racional. Sí, calen molts canvis, especialment de mentalitat, però el catolicisme continua sent una poderosa força evangèlica, que pot donar sentit a la humanitat que navegarà per l’espai. El sentit humanista de Jesús és clar, però les idees no són prou perquè totes les persones necessiten formes, repeticions d’actituds, hàbits i costum culturals que acompanyen la creença, adaptant-la i fent-la il·luminadora en cada moment del nostre transcórrer vital. I eixa base humana i històrica del cristianisme l’aporta, junt amb altres, el catolicisme.
No m’ha agradat mai refusar el que soc. Mai. I jo soc catòlic i fruïsc de ser-ho. Estic agraït de ser-ho i crec que la forma catòlica del seguiment de Jesús té molt d’aportar al món venidor.
La fraternitat catòlica està ferida! I a vegades em pregunte: ¿Quina és la causa més comuna de les divisions entre els catòlics d’Europa, d’Espanya, de la diòcesi de València?
La meua conclusió, després de pensar molt este tema, és que és qüestió de partidismes; faccions que tenen el perill de dividir i d’arribar a ser sectàries.
En el fons no és la doctrina el que dividix els catòlics sinó l’opció política ideològica, quan pren avantatge sobre la religiosa i eclesial i defensa un sistema d’idees que oblida el tot al qual pertanyem.
Una ideologia sectària és diferent d’una cosmovisió catòlica. El catolicisme té una pretensió universal, no de grup menut.
La fraternitat es construïx començant de prop, per nosaltres, no amb grans esquemes. El primer cercle de la fraternitat és el de la fraternitat catòlica, després, l’ecumenisme, i en un tercer cercle el diàleg intercultural i interreligiós.
Però en este breu vull insistir en la necessitat de cultivar el primer cercle per a poder avançar.
Sent molta pena quan veig els preveres que respiren sectarisme partidista, referit als partits polítics. Jesús no es va alinear amb cap dels bàndols, i es va resistir enèrgicament a l’intent d’arrossegar-lo a un costat o a l’altre. La primitiva comunitat cristiana el va seguir fidelment en esta elecció. Per descomptat, és legítim que cadascú vote a qui vulga amb la sensibilitat política que el puga acompanyar. Però, compte amb les prioritats! El primer ha de ser treballar per la unitat dels catòlics al servici dels últims de la societat. Davant de qualsevol polarització això és el que hem d’aprendre de l’Evangeli i de l’exemple de Jesús. Este és un exemple especialment per als pastors que han de ser pastors de tot el ramat, no d’una sola part d’ell. Per això, són els primers que han de fer un examen seriós de consciència i preguntar-se on estan portant al seu ramat: si al seu costat, o al costat de Jesús.
Per favor, no oblidem mai que l’essencial en la missió és la unitat, amb obediència.