Eugenio Rodríguez, doctor en Teología y párroco en Las Palmas.
Indultar la verdad
"Me parece que lo que hay más que diálogos son conversaciones, que además tienen bastante de violencia encubierta".
Los cálculos del poder han puesto de moda los indultos y no podemos mirar para otro lado. ¿Es justo indultar a los políticos catalanes condenados por los tribunales?
Preguntas enredo. La pregunta tiene algo de aquellas preguntas de los fariseos que ocultaban torcidamente la mayor parte de los pensamientos; como aquel “¿Es lícito pagar al César?” por ejemplo, pregunta de la que el propio evangelio cuenta que se la hicieron para pillarle. Eso no era ni es nuevo. También se asemeja a la célebre paradoja de Aquiles y la tortuga planteada por Zenón de Elea. Aquiles, el más veloz de los hombres, nunca podría alcanzar a la lenta tortuga si antes de alcanzarla siempre tendría que recorrer la mitad del espacio para alcanzarla y al llegar, ejemplo, a los cincuenta metros la tortuga estaría en el 101, y al cubrir la mitad de la distancia (75,50) la tortuga estaría en
Indultar la verdadel 101,50…. y si así sucesivamente siempre tendría que llegar a la mitad… nunca alcanzaría a la tortuga. En seguida notamos que eso es un barullo intelectivo mientras sabemos por experiencias similares que la realidad es que el corredor alcanza a la tortuga. En wikipedia podemos entretenernos con los razonamientos al respecto de Aristótoles, Bergson o B. Rusell nada menos. Pongo este ejemplo para argumentar que los seres humanos podemos enredarnos hasta el infinito en supuestos diálogos, que intentaré defender no son realmente diálogos sino otra cosa. ¿O llamaríamos diálogo a aquello que hacían los fariseos?
Conversar no es dialogar. Me parece que lo que hay más que diálogos son conversaciones, que además tienen bastante de violencia encubierta. El genial Rovirosa se dedicó en cierta ocasión a grabar una conversación, una tertulia. Su descubrimiento fue enorme: si oías seguidos los mensajes de cada contertulio resultaba que las palabras de cada uno eran un monólogo. Varios monólogos que se iban entrecortando unos a otros. Cada uno a lo suyo.
Gandhi. Para quienes estamos intentando conducirnos en alguna medida desde la noviolencia hay en Gandhi algo tan sorprendente como sugerente: tituló su autobiografía Historia de mis experimentos con la verdad. Y nos preguntamos por qué dio esa importancia a la verdad. Podía haber dicho “política” o “justicia”, o “noviolencia”, pero dice “con la verdad”. ¿Qué le importa la verdad a los contertulios entre España y Cataluña? ¿a las mesas de negociación? Basta pertenecer a cualquier familia o asociación para haber experimentado que la negociación es -en el fondo- una guerra. ¿En algún momento conversan o dialogan sobre hasta que punto hay verdad en lo que plantean?
Amor y verdad. Y junto a la verdad el amor. Que se dialogue (no que se negocie) sobre cómo amarse a uno mismo, a sus tradiciones, a las del vecino, a las de toma la humanidad. Que se dialogue sobre cómo articular lo local y lo global. Pero es esencial que lo decisivo no sean los intereses sino el amor. Benedicto XVI hizo quizá el gran documento sobre esta cuestión: “La caridad en la verdad”. Se inspiró para ello en san Pablo pero sobre todo en la cantidad de problemas que surgían desde actos de amor tan reales como desconectados con la verdad. No decía nada nuevo. Hay muchos actos que pueden contener amor y no resultar positivos. ¿No aman los padres que malcrían? ¿no aman los que realizan un acto paternalista? ¿no ama el que da su vida en la guerra o la guerrilla? Puede amar pero ama mal y la cosecha no es buena. ¿Por qué? ¿cuál es la causa? Que desconecta el amor de la verdad. Da limosna pero no acaba con el problema, envía una ayuda pero esta se convierte en un nuevo negocio… Son solo algunos ejemplos. No dudo del amor del que está dispuesto a ir a la cárcel por sus convicciones pero habrá que investigar si es un amor desconectado de la verdad.
Diplomacia o política. La diplomacia se parece a una conversación como el diálogo a la política. Y bien es verdad que es preferible la diplomacia a la guerra. Pero igualmente es preferible la verdadera política a la diplomacia. Lo que hay entre el gobierno (o la oposición) de España y el gobierno (o la oposición) de Cataluña más que política es diplomacia. No es diálogo, es conversación. La diplomacia es mejor que las armas pero en la diplomacia se miente. Mienten las dos partes. Elevan las pretensiones para luego ir rebajando entre otras muchas malas artes. En el diálogo, por contra, se parte de afirmar la verdad que tiene el otro. Se le escucha realmente. Se busca su verdad. Se reconoce. Se celebra. El paso de la conversación al diálogo debe ser paralelo al paso de la diplomacia a la política.
Verdad y amor no se trocean. Tanto los defensores del independentismo como los defensores de la unidad de España tienen que responder a unas preguntas que sean realmente diálogo ¿Por qué a los “españolistas” que les preocupa “la igualdad entre los españoles” luego no les preocupa la desigualdad entre “clases”, los sin vivienda, etcétera? ¿Preocupa a Casado (o a la Cope) la desigualdad salarial entre médicos y auxiliares o solo que todos somos españoles? ¿Quiere el señor Abascal que no haya una frontera entre España y Cataluña pero sí quiere frontera entre el señorito y el chofer? Igualdad es igualdad y la igualdad no se puede trocear. Cuando la igualdad se trocea no es creíble. ¿Preocupa a Sánchez (o a la Ser) el respeto a todos los catalanes o más bien a una minoría de catalanes que le han facilitado el acceso al sillón? ¿Es realmente una propuesta dialogante la que sienta a los poderosos de España en una mesa con los poderosos de Cataluña?
Ley electoral. ¿No es dialogante poner sobre la mesa que aunque en el Parlamento catalán la mayoría se plantea la independencia no es así en la sociedad? Que la ley electoral es injusta. Que si realmente hubiera referendum sería a favor de la no independencia.
Indultos. ¿La constitucionalidad de los indultos los hace morales? ¿No será más moral cambiar lo que haya que cambiar en la administración de justicia que intervenir desde el poder ejecutivo con medidas de “gracia”? No soy partidario de cárcel para nadie pero menos aún de que la solución para los encarcelamientos injustos sea el indulto. Estos indultos me suenan a limosna.
Los indultos como diplomacia. Estos indultos son una más de las malas artes de estos diplomáticos. Sería peor la guerra (elevar las penas por ejemplo) pero que no nos cuenten que esto es diálogo porque no lo es. Para ser diálogo tiene que buscar la verdad. ¿Ponemos delante los datos económicos? ¿Quién generó la riqueza? ¿Sólo los de ocho apellidos catalanes o también los de Almería? ¿Cómo se repartió esa riqueza? ¿Quién vota independentismo? ¿Qué barrios? ¿Qué zonas? ¿Los apellidos más frecuentes en Cataluña son también los más frecuentes en el Parlamento? ¿Qué peso han tenido las élites catalanas en el ordenamiento jurídico español? ¿Cuánto han pesado los nacionalistas catalanes en las leyes gestadas durante la Transición?
El marco legal no es la justicia. Se alude una y otra vez al marco legal como si la democracia no se hubiera saltado el marco de la dictadura. Se habla del “marco que nos hemos dado” para hablar de un ordenamiento jurídico mejor que la dictadura pero que no se ha construido realmente entre todos. Nadie cree que el marco de las Meninas sea más importante que las Meninas. El “marco” no es más que eso y lo que conviene es mejorarlo y construirlo solidariamente también lo hará más respetable. Estoy contra el independentismo porque está contra las personas, porque está contra la solidaridad, no porque haya que obedecer el marco. O es justo o no es justo es más importante si es constitucional ; también es constitucional que los pobres sigan siendo pobres.
Verdad, amor y solidaridad. Contra los indultos y contra la venganza. Así las cosas estoy contra los indultos porque son un manejo, una presión, un nuevo escalón de la espiral que ahonda las diferencias. También estoy en contra de la represión. Afirmo que ese camino exige diálogo, un diálogo que es mucho más que una conversación. Exige política que es más que diplomacia. ¿Hay entre España y Cataluña una reunión de filósofos, eclesiásticos, revolucionarios, conservadores, militares, juristas, deportistas, artistas, ácratas, jóvenes… o lo que sea que ponga la verdad como principio central? Verdad por encima de palabras hermosas ¿sirve a la verdad el que reclama una justicia justiciera y exige que paguen lo que han hecho? ¿sirve a la verdad el que usa palabras compasivas cuando solo le mueven sus cálculos para mantenerse en el poder? Verdad por encima de sentimientos. Verdad por encima de intereses, verdad por encima de ilusiones. Verdad conectada con justicia, también económica. Verdad que se hace desde el diálogo.
Portugal. A la mesa de diálogo entre España y Cataluña hay quien propone llevar aunque no se le escuche una mejora de las relaciones con Portugal. El verdadero diálogo es superador y ese sí que es un gran tema. El historiador Sánchez Albornoz defendía que la separación con Portugal fue una desdichada serie de acciones políticas allá en el Medievo. ¿Será hora de intentar corregir esto en vez de una nueva ruptura al otro lado de la península ibérica? ¿Más formas de comunidad en vez de menos?
Dialogar es luchar juntos. Francisco en Hermanos todos cuando quiere definir diálogo refiere una lista de siete verbos: “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto”. Un poquito más adelante, sin embargo, a todas esas acciones nobles y honestas que pueden quedar reducidas a conversación añade “luchar juntos”: “en un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos”.
Si Cataluña y España lucharan juntas. Dialogar es amar, servir, entregar, morir… Cataluña y España podrían poner sobre la mesa de diálogo cómo acabar con el hambre en el mundo y en sus propios territorios en vez de decir como dijo Artur Mas que no había niños con hambre en Cataluña cuando sí los hay. Podrían trabajar por reducir las diferencias salariales entre trabajadores, por acabar con el paro. Porque hubiera vivienda para todos; educación y sanidad también. Podrían trabajar porque todos tuvieran energía y ésta no fuera un negocio. Por el cuidado de la naturaleza. Por el futuro demográfico para no robar emigrantes a otros pueblos. Sería necesario dejar falsos debates. Dejar negocios interesados y luchar juntos desde la verdad y el amor.
Indultar la verdad. La que está encerrada es la verdad. También sus hermanos el amor y la solidaridad. Y para ser paritarios añadamos también el diálogo. El indulto a los presos del procés no es limpio, es un apaño. Me alegro por ellos y sus familias. Cuando los dirigentes de la Segunda República preguntaron sus expectativas a un militante anarcosindicalista les dijo: “Adecenten las cárceles”. Pero me gustaría más que buscaran la verdad. Y el gobierno lo mismo, que no intente aparentar compasión cuando le mueven intereses. Esperamos que se indulte y salgan de la cárcel: amor y verdad, diálogo y solidaridad.