INTENCIONS DEL PAPA

INTENCIONS DEL PAPA Abril

Atendre els malalts

Xaro Béseler Soto, metgessa, militant de l’HOAC

El papa Francesc ha establit la intenció de pregar al llarg del mes d’abril de 2022 amb especial èmfasi perquè “El compromís del personal sanitari d’atendre els malalts i ancians, especialment als països més pobres, reba el suport dels governs i les comunitats locals”.

En este plantejament hi ha, al meu entendre, algunes paraules a destacar perquè configuren el seu contingut -centrat als nostres ambients-: pregar, compromís, pobres, governs.


Pregar

En general, el món sanitari al nostre país no es diferencia sociològicament del secularisme general, per la qual cosa el terme pregar resulta poc compatible amb l’atenció científica de la cura vers els altres. És per això que les paraules del Papa no formen part de la conversa entre professionals, plantejament que no em sembla malament perquè, gràcies al racionalisme il·lustrat, les malalties han deixat de formar part des de molt enrere de l’orde de la màgia i els foscos interessos d’un déu castigador. No obstant això, dins d’una societat opulenta on no té cabuda el patiment davant de malaties greus, cròniques o discapacitants, l’alé comunitari que l’oració proporciona és un privilegi que només experimenten aquelles persones que creuen en el Déu de la vida, que permet trobar la transcendència a la nostra finitud.


Compromís

El significat d’esta paraula és inherent a l’activitat professional sanitària. No cal esmentar la pressió que per als sistemes sanitaris ha suposat la pandèmia, de la qual encara no ens hem recuperat, aplaudida al començament per tota la ciutadania i ràpidament oblidada quan les persones només pensen en el seu dret individual per damunt de la salut col·lectiva. D’altra banda, la sanitat està molt feminitzada si tenim en compte el nombre de dones que integren els diferents estaments professionals d’hospitals i centres de salut.


Això, que des d’un plantejament feminista podria ser bo (dignificar les cures), no és real pel que fa als patrons de conducta interrelacionals, entre els diferents nivells d’atenció. Això sense comptar amb els elements externs imposats als sanitaris que limiten espais d’empatia per llistes d’espera impossibles, temps programats d’atenció ridículs, que les retallades econòmiques han condicionat, especialment en l’atenció primària. I això també sense tindre en compte que el consumisme també arriba a l’afrontament de la malaltia com un problema que “m’han de resoldre amb pastilles”, oblidant la responsabilitat individual que cada persona ha de tindre en la prevenció mitjançant estils de vida saludables.


Pobres

En les nostres societats els pobres són el sense sostre, els immigrants en situació irregular, les persones que les diverses crisis han arraconat fora del sistema, la gent gran sola... Perquè la salut no només és la manca de malaltia, sinó la situació de benestar físic, mental i social. No té la mateixa percepció vital l’immigrant que dorm en una fàbrica abandonada sense llum ni aigua, fora de l’ambient social que li és pròxim, o la família on tots els membres estan aturats amb l’avís de desnonament de la casa on viuen. Tampoc la té la persona atesa per Caritas que no pot comprar eixe medicament tot i que “entre en el seguro”, o el malalt mental, a qui la reclusió pandèmica ha agreujat el patiment i el de la seua família. Totes elles no tenen la mateixa percepció de salut, de benestar, que tenen aquelles amb salari regular, habitatges dignes, benestar psicofísic, i accés a la cultura i a l’esplai. Totes estes persones estan invisibilitzades.



Governs i comunitats locals

Les polítiques públiques tenen molta responsabilitat en funció de com es vulga articular una societat: poden reforçar els sistemes públics o minvar-los, regularitzar persones que de fet treballen (òbviament dins l’economia submergida i de les cures) o invisibilitzar-les, afavorir el decreixement, tot i que no siga electoralment rendible, o facilitar població sense capacitat de crítica. Però els governs, en els països democràtics a què pertanyem, estan votats per ciutadans que poden optar per un estil de vida més responsable amb la comunitat local i global o adoptar el paradigma de “mentre no em pertoque...”. Com a cristians, Jesús interpel·la: “tot allò que féreu a un d’estos germans meus més menuts, a mi m’ho féreu” (Mt 25, 40).

INTENCIONS DEL PAPA Maig

La fe de los jóvenes

Jesús de la Llave Cuevas. Prof. Universidad CEU Cardenal Herrera

Intención del papa: “Recemos para que los jóvenes, llamados a una vida plena, descubran en María el estilo de la escucha, la profundidad del discernimiento, la valentía de la fe y la dedicación al servicio”.



Para el mes de Mayo la Iglesia, a través de Francisco, nos propone de nuevo a María como espejo en el que puedan mirarse los jóvenes. Corresponde a la juventud aprender a administrar la propia libertad, tantear con el sistema de ensayo-error qué decisiones pueden servir para poder llegar a alcanzar una vida plena. María, la muchacha de Nazaret ha sido, es y ha de ser también ahora, un gran atajo para aquellos jóvenes que de verdad quieren encontrarse con Cristo.


Apoyándonos en la Exhortación postsinodal Christus Vivit, en la que Francisco recoge las conclusiones del sínodo que tuvo lugar en 2018 bajo el lema “Juventud, fe y discernimiento vocacional” iré haciendo en estas líneas un acercamiento a lo que se nos presenta como una tarea urgente e ilusionante en el seno de la Iglesia.


Muy al principio de ese texto, Francisco pide al Señor: “Que libere a la Iglesia de los que quieren avejentarla, esclerotizarla en el pasado, detenerla, volverla inmóvil” (Christus vivit, 35) Pero al mismo tiempo le pide también que la libere de la tentación de creer que es joven porque cede a todo lo que el mundo le ofrece, que se renueva porque esconde su mensaje y se mimetiza con los demás. La Iglesia será joven si es ella misma. Si recibe la fuerza siempre nueva de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, de la presencia de Cristo y de la fuerza de su Espíritu cada día. Es joven cuando es capaz de volver una y otra vez a su fuente. Y su fuente es Cristo.


Cristo habla de ser como levadura en la masa, pero no de camuflarse en ella. La levadura, aun formando parte de la masa, es bien distinta de ella. Somos iguales a los demás. Ni mejores, ni peores. “Pero al mismo tiempo tenemos que atrevernos a ser distintos, a mostrar otros sueños que este mundo no ofrece, a testimoniar la belleza de la generosidad, del servicio, de la pureza, de la fortaleza, del perdón, de la fidelidad a la propia vocación, de la oración, de la lucha por la justicia y el bien común, del amor a los pobres, de la amistad social”. Así es Cristo y es muy atractivo. Así fueron los primeros cristianos y su fe revolucionó el mundo.


Qué ha pasado para que muchos jóvenes puedan llegar a afirmar que no le piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. O que incluso alguno pida expresamente que se le deje en paz, ya que siente su presencia como molesta y hasta irritante. (Christus vivit, 40)


Llevamos demasiado tiempo escuchando a la gente joven decir la manida frase de “yo sí creo en Dios, yo sí creo en Jesús, pero no en la Iglesia”. Es necesario que la Iglesia no esté demasiado pendiente de sí misma, sino que refleje sobre todo a Jesucristo. Esto implica que reconozca con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes (Christus vivit, 39). Y lo que ha de cambiar no es Jesús ni su mensaje, sino el modo en el que los miembros de la Iglesia lo trasmitimos.


Supongo que es razonable en la vida, llegado el momento, plantearse qué es lo esencial, qué es lo que de verdad importa. Sin duda para un cristiano -porque es lo que Cristo nos enseñó- lo esencial es el Amor. Tiene gracia que haya algunos que pierdan la paz e incluso falten a la caridad porque “no se hacen la cosas como Dios quiere”, olvidando que lo que Dios quiere es que nos queramos. Eso sí que es lo esencial: querernos, poder ir de la mano de quienes piensan o actúan de forma muy distinta a la nuestra.


Como afirmó sintéticamente Henry de Lubac: si Cristo es el sacramento de Dios, la Iglesia es para nosotros sacramento de Cristo. (Catolicismo: Los aspectos sociales del dogma, 1948) Es decir, si Cristo es la imagen visible de Dios invisible, la Iglesia ha de ser reflejo de esa imagen que es Cristo. Ha de hacer presente y revelar a todo hombre el rostro de Cristo. Bastaría pensar en cada momento cómo actuaría Cristo, cómo reaccionaría ante las situaciones que se presentan en la época que a cada uno de nosotros nos ha tocado vivir. Si recorriera nuestras calles sin duda Cristo sería sensible a los problemas del medio ambiente, a las vulneraciones de los derechos de igualdad entre hombres y mujeres, al drama de la inmigración y de los refugiados, a la situación de discriminación a la que se ven sometidos muchos jóvenes, a la desorientación de muchos otros, a la escasez de alternativas vitales y laborales... esa es la misión de la Iglesia: ver con los ojos de Cristo y discernir las inquietudes de sus hijos más jóvenes, que no son el futuro, sino el presente de la Iglesia y a los que amorosamente hay que escuchar y acompañar.


La intención mensual que el Papa nos propone a todos en la Iglesia es rezar por los jóvenes para que, cómo María, busquen, encuentren y acepten el plan que Dios tiene reservado para cada uno de ellos. Y ¿En qué actitudes de María ha querido Francisco fijarse en esta ocasión?

En primer lugar, en la necesidad de recogimiento y contemplación: “un estilo de escucha”. María es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y lo pudo recibir porque la encontró recogida en oración (Christus Vivit, 43). Vivir esta primera intención será procurar que los jóvenes tengan acceso a un encuentro personal con Cristo en el Pan y en la Palabra. Eso pasa por un cierto “ayuno” o autodominio digital que permita que -como a María- el anuncio les encuentre recogidos, abiertos a la contemplación.


Una segunda actitud será la autenticidad. Vivimos en una sociedad un tanto superficial, muy dada a quedar bien, al “postureo”. Para que sea posible esa “profundidad en el discernimiento” de la que habla esta intención de mayo pueden venirnos bien las preguntas que nos hace Francisco en el número 285 de la Christus Vivit: “Cuando se trata de discernir la propia vocación, es necesario hacerse varias preguntas. No hay que empezar preguntándose dónde se podría ganar más dinero, o dónde se podría obtener más fama y prestigio social... Para no equivocarse hay que empezar desde otro lugar, y preguntarse: ¿me conozco a mí mismo, más allá de las apariencias o de mis sensaciones?, ¿conozco lo que alegra o entristece mi corazón?, ¿cuáles son mis fortalezas y mis debilidades? Inmediatamente siguen otras preguntas: ¿cómo puedo servir mejor y ser más útil al mundo y a la Iglesia?, ¿cuál es mi lugar en esta tierra?, ¿qué podría ofrecer yo a la sociedad? Luego siguen otras muy realistas: ¿tengo las capacidades necesarias para prestar ese servicio?, o ¿podría adquirirlas y desarrollarlas?”


Dos últimas actitudes vienen a completar las anteriores: “La valentía de la fe” para tomar decisiones y la actitud de servicio a los demás para dotar de sentido la propia vida. Como decía el Papa en 2019 a los jóvenes en Panamá: ¡María no compró un seguro de vida! ¡María se la jugó y por eso es fuerte, por eso es una influencer, es la influencer de Dios! El “sí” y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades. No sólo sirvió, sino que se dio en el servicio. Se entregó sin reservas, porque se sabía portadora de una promesa. Ojalá que muchos jóvenes descubran en Ella esa Palabra, esa Promesa que Dios quiere transmitir al mundo a través de sus vidas.

INTENCIONS DEL PAPA Maig

¿Per què fracassa l’educació cristiana en l’adolescència?

José María Ramírez Conchas, en Jóvenes Católicos

Iván López Casanova és cirurgià general a l’Hospital Universitari de Canàries, així com màster en Bioètica. Ha impartit nombroses conferències sobre antropologia filosòfica i adolescència, i ha participat en diversos debats televisius. També és autor de llibres com Pensadoras del siglo XX, La butaca de pensar i Pensadoras para el siglo XXI. Al març d’enguany va publicar la seua última obra, Educar para la pluralidad (editorial Rialp), en la qual aborda un tema tan suggeridor com la dificultat de conservar els valors adquirits en l’entorn familiar, durant el període de l’adolescència. Més encara en una societat en què pensar diferent no sempre és tasca fàcil i pot, fins i tot, generar problemes que condicionen la vida adulta.


- Abans de res, enhorabona pel teu llibre. Els que et coneixem, sabem que en allò en què poses la teua obstinació, poses el teu cor, ja siga amb la fulla d’un bisturí o amb la tinta d’un bolígraf... Sempre m’he preguntat amb quin dels dos instruments et sents més còmode.

Jo també he pensat sempre que la plenitud interior en fer qualsevol tasca o treball no depén tant del seu contingut –si és una activitat honrada−, com de la intenció que mou eixa labor; llavors, com tu bé assenyales, depén molt d’allà on poses el cor. En este sentit, en totes dos ocupacions procure no perdre de vista el fet de tractar d’ajudar les persones; tant amb la ploma com amb el meu treball de cirurgià, bisturí en mà.


- En sentir-te parlar en conferències i entrevistes, no passa inadvertit que tens a Déu molt present en el teu dia a dia... Com creus que influïx, en les teues múltiples labors, la teua fe i la teua relació amb Ell?

Em va impressionar molt una sentència d’Antoine de Saint-Exupèry, l’autor d’El petit príncep, qui, en els últims anys de la seua vida, repetia que calia estimar molt a tots els hòmens, però sense dir-ho en veu alta. En este sentit, crec que cal veure en els altres a fills de Déu i tractar-los amb eixa dignitat, sense anar fent prèdiques ni sermonets. Així els altres ens porten a Déu, i Déu ens espenta a tractar millor a totes les persones.


Crec que això és trobar a Déu en la vida corrent, que és la meua i la teua.

- En el teu últim llibre abordes el tema de l’educació, sobretot des del punt de vista familiar, i al·ludixes a la dificultat de conservar els valors inculcats en la infància perquè no es clivellen quan arriba l’etapa adolescent i cal encaixar en la societat.


- Què et va inspirar a escriure sobre este tema?

Em sembla que esta és la qüestió palpitant per a tots els que tractem amb jóvens catòlics (aprofite el títol de la teua valuosa publicació): ¿per què fracassa amb tanta freqüència la formació cristiana-familiar en arribar l’adolescència? O, amb altres paraules: ¿qui no ha presenciat l’abandó de la fe cristiana de xics i xiques jóvens en arribar a eixe període de la vida?

A més, no he trobat cap llibre que analitze les causes d’eixe fracàs d’una manera breu i comprensible i que, sobretot, oferisca solucions pràctiques. Per això el vaig escriure, després de reflexionar sobre el tema durant diversos anys i de llegir molt de sobre l’adolescència, clar.


- Entenc que és una situació en la qual es troben molts pares, que veuen com per als seus fills és més fàcil deixar-se portar pel que fan tots i distanciar-se, o fins i tot renunciar al que han aprés a casa, per por de l’estigmatització social, ja que es veuen immersos en un ambient que arriba a ser molt hostil per a qui pensa diferent... ¿Quins consells donaries als pares que es troben ara mateix en esta situació? ¿Encara es pot fer alguna cosa?

Es pot fer moltíssim. En concret, modificar la manera d’educar en família i canviar-ho. Ara cal educar per a la pluralitat (de fet, eixe és el títol del llibre). La clau de la meua obra és intuir que cal formar els fills per a un món plural, heterogeni i complex; de tal manera que quan arriben a l’adolescència i abandonen el càlid niu familiar per a formar el grup d’amics, comprenguen i no es desconcerten en eixe món plural. D’esta manera no se sentiran sols.


Per a això cal fer dos coses molt bé. La primera és educar amb una empremta familiar forta, amb una identitat cristiana ferma, clara i sense complexos. Però, alhora, la segona condició és que cal explicar no sols les coses pròpies, sinó també les alienes. És a dir, no sols com s’entenen els valors i les virtuts des de la cosmovisió cristiana, sinó també aconseguir que els fills entenguen que tindran amics amb una comprensió absolutament diferent sobre Déu, l’amor, l’ètica, la veritat, la sexualitat, etc. I no sols diferent, sinó en moltes ocasions contraposada. I a eixes persones cal voler-les, respectar-les i no jutjar-les.


Quan un xic comprén això rep este missatge: es pot tindre i voler a persones que pensen diferent sense haver de mimetitzar-se amb les seues maneres de pensar per a ser integrats en un grup, per a ser amics seus. I això és alliberador. És més, sense esta formació per a la pluralitat, o bé acaben abandonant la formació cristiana familiar perquè se senten desconcertats i sols en veure que en internet, en les sèries de televisió, en la majoria de cançons, etc., ningú pensa com ells; o bé s’intenten refugiar en hivernacles artificials on no arriben eixes maneres de pensar. Però ja no hi ha llocs per a bambolles ni refugis, i tampoc aguanta l’educació cristiana si sobrecreix el desconcert o la soledat en arribar l’adolescència.

- I en aquells jóvens que són capaços de no deixar-se portar pel corrent i sucumbir davant d’eixa pressió social... ¿Quin creus que és l’aspecte més difícil per a ells de cara a mantindre’s fidels a eixes idees?


Un dels aspectes claus per a formar els jóvens, des d’esta nova òptica de la pluralitat, és oferir l’explicació pròpia i aliena del que podria dir-se l’educació per a l’amor. Em sembla fonamental, insistisc, per a ajudar els jóvens cristians a lluitar contra el pansexualisme brutal de l’ambient.

Quanta importància té explicar que hi ha dos maneres antagòniques d’entendre la dimensió afectivosexual: a/ com un esport o un joc divertit que dona plaer, i que els adults “antiquats” no entenen (per això cal sortejar la seua vigilància); b/ com el llenguatge de l’amor personal que, quan s’empra malament, deixa un dolor molt profund en la persona −potser dels més penosos.


D’esta manera, s’explicarà també que tindran amics amb la primera manera d’entendre la sexualitat, directament derivada de la revolució sexual; també, que moltes sèries, pel·lícules, cançons, etc., també ho plantejaran sota eixa mirada. Però que este abordatge, encara que al principi sembla divertit i sense límits, resulta desolador i trist. Perquè impossibilita per a construir vincles sòlids familiars, que és el que ompli de felicitat l’existència.


- ¿Com creus que condicionarà, ja en la seua vida adulta, esta discordança o desconnexió abrupta dels jóvens respecte a tot allò que se’ls va intentar inculcar des de l’entorn familiar?

Ja ho estem veent. Molta gent que és incapaç per a l’amor: narcisistes, addictes a la pornografia, tristos, insegurs, incapaços d’assumir compromisos... Però preferisc parlar del cas contrari: quan una persona ha sigut educada per a la pluralitat posseïx una gran capacitat per a mantindre ideals valuosos; també, una gran intel·ligència contemplativa –no sols pràctica− que li permet tindre món interior; així mateix, serà capaç de contemplar la bellesa i la distingirà de la lletjor; a més, se sabrà fràgil i comprendrà que uns altres també tinguen defectes, haurà sigut format per a alegrar-se amb l’alié, per a superar les seues tendències egòlatres... I, sobretot, coneixerà la seua condició de fill de Déu, la seua identitat més íntima.


Un dels aspectes claus per a formar els jóvens, des d’esta nova òptica de la pluralitat, és oferir l’explicació pròpia i aliena del que podria dir-se l’educació per a l’amor

Quan una persona ha sigut educada per a la pluralitat posseïx una gran capacitat per a mantindre ideals valuosos; també, una gran intel·ligència contemplativa –no sols pràctica− que li permet tindre món interior


- ¿Creus que hi ha motius per a l’esperança?

Sí. En tota crisi cultural, i esta és molt profunda, hi ha elements que amb el pas del temps, a vegades de segles, emeten brillantors molt positives. La Il·lustració, per exemple, va suposar un pas civilitzatori molt positiu. Gràcies a ella som tots iguals davant la llei i la societat va abandonar una molt injusta organització estamental. Però va començar amb un clar biaix anticristià. Jo vull pensar que la commoció actual de la cultura ens oferix una crida forta perquè cadascú de nosaltres aspire a una vida de profunda santedat, i no a un cristianisme mediocre. Si ocorreguera això, el pas del temps parlarà d’esta època com d’un temps d’or per al cristianisme, encara que ara ens semble un moment difícil o fosc.



- Breument, per acabar... ¿Hi ha alguna cosa que volgueres dir-los als lectors d’esta entrevista?

Crec que cal estimar i comprendre el moCrec

en l’amor. Crec en l’amor per sempre. Crec en l’amor que s’inicia en el finit i s’estén en l’infinitment present amb les seues llums i ombres. I transformar-lo com van fer els primers cristians. I advertir que per als jóvens cristians es presenta una edat especialment difícil: l’adolescència. Crec que s’ha pensat poc en la soledat de l’adolescent.


Jo mai m’he trobat un mal adolescent. Però per a no estar sol, un xic d’eixa edat pot arribar a fer bastants ximpleries i maldats: pot cremar una casa o incendiar un bosc. Llavors em pregunte: ¿No ens haurà faltat saviesa per a ensenyar-los a estimar i a comprendre el món en què viuen? També: ¿per què no els hem sabut donar ideals que els facen comprendre i somiar un món ple de relacions interpersonals profundes i fermes, fortes i per a tota la vida? I al costat d’això, si hem sabut fer-los comprendre les grans mentides que es propaguen en grans territoris de la cultura, i que porten a la gent a trencar les seues famílies, i a fer patir els seus fills.


En suma, cal donar brillantor als nostres tresors cristians i transmetre’ls als jóvens. Són idees i models de vida molt més valuosos que els que oferix l’ésser humà fragmentat i postmodern de les televisions. Que els resumix bé Carlos Piana: Crec en l’amor. Crec en l’amor per sempre. Crec en l’amor que s’inicia en el finit i s’estén en l’infinit. Crec en l’enamorament que perfora la volta dels núvols i revela l’eternitat. Crec en els amics. Crec en l’ésser humà, fill de Déu.

INTENCIONS DEL PAPA juny

Amoris Laetitia y la necesidad de un cambio de paradigma

Ángel Barahona. Universidad Francisco de Vitoria (Madrid).

Intenció de juny: Per les famílies. Resem per les famílies cristianes de tot el món, perquè, amb gestos concrets, visquen la gratuïtat de l’amor i la santedat en la vida quotidiana.

Els dies 14 i 15 de febrer, la Universitat Catòlica de València i el CEU Cardenal Herrera, van organitzar el Congrés Amoris Laetitia. Aprofundim en la matèria exposada amb el professor A. Barahona. I presentem una crònica del professor E. Ortiz.


Las múltiples maneras de entender lo que llamamos “amor” hacen ininteligible lo que conllevaría enmarcarlo en una relación esponsal al modo de la Revelación. Asociado a la libertad, entendida hoy en día como independencia, liberación del deseo, relación sin ligaduras, convierten a la relación esponsal bíblica en un fósil de museo paleontográfico (1). No vale apelar a que “se acepta” que esas relaciones son efímeras, frustrantes, con orgullo, porque ya no buscamos satisfacer las expectativas que de verdad tenemos en lo secreto de nuestro interior, aunque no las verbalizamos. No admitiríamos que esto es así porque tenemos miedo a que no se cumplan esas expectativas románticas. Hablar de que están abocadas en su mayoría a la soledad, a la precariedad y a la desconfianza, se vería como doctrinario y tendencioso. Nadie cree en ello mientras está buscando o sosteniendo esa relación vivida con intensa emoción, con ciertas dosis de idealismo o romanticismo. Puesto que depende de sentir o dejar de sentir, de pactos basados en intereses afectivos, sexuales o económicos, que son tan cambiantes, no hay duda de que tarde o temprano nos dejan solos ante el vértigo de la libertad del otro. El paradigma del 68 está obsoleto. La liberación sexual no ha sido tal. Sus profetas y sacerdotes han defraudado las expectativas. El sexo se ha convertido en una prisión psicológica, frustrante, miedosa, solipsista. El cambio de ese viejo paradigma es mucho más prometedor. En el futuro, cuando los hijos únicos a la carta, las relaciones sin amor, luego sin sexo carnal, desvelen su finitud, la antigua tradición judeocristiana desatará una envidia no confesable ni verbalizable que será perseguida por las leyes, para impedir su impúdica exhibición. No se podrá ir por la calle paseando con familia numerosa, no se podrá corregir a un hijo, no se podrá tener una pareja para toda la vida, no se podrá tener un hijo con discapacidades fuera de lo que la ley demarque, ni se podrá tolerar cuidar a un anciano decrépito que solo es una carga para la caja de la seguridad social. Pero a pesar de todos los obstáculos todos sabrán, aunque no lo reconozcan, que se equivocaron en su elección del modo de vida. Lo que Girard denominaba méconnaissance será un modo de pensar universal: sabemos que reservarse es perder y que donarse es ganar, aunque cueste aceptarlo a priori. A pesar del sufrimiento que comporta tener que atenderlos cuando enferman, lo desgastante que son las noches sin dormir y sus desvelos, el gasto vital que implica tener que educar y soportar la libertad del otro, sabemos que es fuente inagotable de sentido. A pesar de saberlo, seguiremos afirmándonos en nuestro error pensando que estamos en la verdad: vivir para nosotros mismos, no dar nada gratis, calcular cada esfuerzo, evitar sufrir a toda costa. No admitiremos jamás que reservarse todo para uno mismo es una estresante carrera por no perder un minuto con el otro, por cuidar de manera obsesiva nuestra salud, y que es la causa de nuestra ansiedad, desasosiego y desconfianza. Estamos construyendo un mundo policial, hiper legalista, fariseo, que nos sume en la soledad, pero no lo podemos reconocer, porque sería lo mismo que admitir nuestro fracaso. La

Asociado a la libertad, entendida hoy en día como independencia, liberación del deseo, relación sin ligaduras, convierten a la relación esponsal

huida hacia delante, sobrepujando en nuestra decisión afirmativa de sostenerla y no enmendarla, nos lleva a la tristeza, a la melancolía.


Seguros, saludables, ricos, educados, con grandes recursos para matar el tiempo, pero sin poder evitar el recuerdo permanente de que moriremos. La méconnaissance consiste en ser conscientes de la circularidad melancólica a la que nos arrastra un deseo liberado, pero siempre insatisfecho, pero no reconoce cuál es la verdadera causa de esta. Seguimos autoengañándonos pensando que en el siguiente pulso del deseo encontraremos la satisfacción, aunque sabemos que no será así. Sabemos que lo que llamamos amor no es más que pasión libidinal egocéntrica y frustrante, pero preferimos pensar que esta vez sí que será la expresión definitiva de la felicidad. Vivimos en un neo-gnosticismo que sabe, pero no quiere ceder un espacio a la incómoda verdad: no es suficiente todo lo que nos ofrece la vida para ser feliz.


Creemos que la solución es volver a proponer el Evangelio. La predicación del kerigma, que logre enamorar del Amor, es la base sobre la que edificar el sentido de la misericordia y su relación inextricable con la justicia, la familia como vínculo vocacional para la creación de un mundo mejor, la educación como método para devolver la alegría a un mundo lleno de soledades y desconfianza, y entreverado de relaciones miedosas y falto de esperanza. El “primer anuncio” del Evangelio de la familia es el anuncio del amor y la ternura, para no convertirse en una doctrina fría y sin vida” (AL nº 59).


La justicia no es tanto el ejercicio de la ecuanimidad, la puesta en práctica de la legalidad, la exigencia de reciprocidad, que es en cierto modo defendible. Pero este tipo de justicia no soluciona el problema de fondo: cómo convivir juntos en comunión que es el anhelo que veladamente todos tenemos. Nos conformamos resignadamente con la justicia distributiva, igualitarista, que reparte equitativamente derechos, pero lo que en verdad deseamos es la comunión. La justicia de la que habla el cristianismo es la justicia de la Cruz. Dar la vida por el otro, para que el otro sea, declarar al otro inocente porque “no sabe lo que hace” (méconnaissance), pero sin una adecuada evangelización de adultos (2) esto solo parece una propuesta buenista, religiosa, utópica y sin sentido, en definitiva. Para mí, esta es la intención de Amoris Laetitia, solo que desde la consciencia de que, de una sociedad educada en la fe de manera infantil, consuetudinaria o meramente cultural, no se puede esperar más que apaños psicologistas, soluciones moralistas, o recurrencias interminables y desesperadas a la Ley que siempre es de carácter sacrificial: alguien tiene que morir para que el otro sea. La Ley y su cumplimiento no salva de nada ni a nadie, solo cultivando la relación apoyados en la gracia existe la posibilidad de evitar la catástrofe.


“El amor matrimonial no se cuida ante todo hablando de indisolubilidad como una obligación, o repitiendo una doctrina, sino afianzándolo gracias a un crecimiento constante bajo el impulso de la gracia” (AL nº 134).


El débil, el desfavorecido por la ley, el hijo, el varón, el padre, o la mujer maltratada, el individualismo y la soledad, son los síntomas que despiertan en el Santo Padre la preocupación por los descartados. La ratificación de que vivemos en un cambio de época, que reclama una toma de posición urgente respecto de las causas originarias de esta cultura del descarte, está corroborada por las observables consecuencias en nuestro entorno.


La necesidad de conjugar justicia y misericordia reclama mucha paciencia y comprensión.

(1) Amoris Laetitia: “Todos los místicos han afirmado que el amor sobrenatural y el amor celeste encuentran los símbolos que buscan en el amor matrimonial, más que en la amistad, más que en el sentimiento filial o en la dedicación a una causa. Y el motivo está justamente en su totalidad” (nº 142).



(2) “Acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en el camino”, para lo que se requiere “un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia” (AL nº 200). Exige “no quedarse en un anuncio meramente teórico y desvinculado de los problemas reales de las personas” (nº 201). Y, también, abrirse a una vida eclesial más amplia: “La principal contribución a la pastoral familiar la ofrece la parroquia, que es una familia de familias, donde se armonizan los aportes de las pequeñas comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales” (nº 202).

INTENCIONS DEL PAPA juny

“Aprender a amarse en la verdad y en la libertad...”

PREGUNTAS PARA EL PROFESOR BARAHONA

- Profesor Barahona, ayúdenos a despejar posiciones reaccionarias y radicales trasnochadas; a interpretar bien su pensamiento, evitando confusiones

En el “pensamiento católico” esas posiciones están siempre relacionadas con una forma de entender la fe de carácter ideológico: es decir, que pesa más lo que yo pienso de mis esquemas de interpretación del mundo que la sabiduría de la fe. En política, en temas de familia, de sexualidad, liturgia, y modos de vivir la fe, se observan posturas que tiene más que ver con pensamientos copiados de otros -a veces lejos de la fe- que con la Revelación. Perdura en nosotros una especie de religiosidad natural, contaminada de mundanidad o paganismo, que contamina la fe, asentada en la tradición y sabiduría de la Iglesia.


- Con la expresión “humanismo integral” referido a la familia, ¿qué queremos decir en una sociedad intercultural?

El mundo actual se caracteriza por la fragmentación del saber, atomizado por la proliferación de los campos de investigación científica. Por otra parte, el modo reduccionista de valorar los sucesos del mundo cargados siempre de perspectivas políticas, pseudo científicas que se toman como verdades inapelables y que no son más que el producto de modos ideológicos de ver el mundo. Modos ideológicos, significa desde Manheim al papa Francisco: tomar la parte por el todo. Humanismo integral es que el hombre es infragmentable: todo su ser está implicado en la relación, todo influye en todo. Y si recortas por cualquier sitio lo que la revelación dice de la familia, estás reduciendo el ser humano a una máquina de producción (marxismo), a una máquina deseante (Lacan, Deleuze, Guattari), a un ser libidinal que solo busca el placer (Freud), o la supervivencia (todos los darwinismos mal entendidos) unidimensional (Marcuse), mero animal sofisticado (Peter Singer), cosa entre las cosas (Sartre), un pastiche mal pegado de piezas intercambiables (Judith Butler –ideología de género–, Beatriz Preciado de la teoría queer).


Humanismo integral es que la familia es núcleo de relaciones en las cuales la persona es amada en su totalidad, acogida, querida, corregida, lugar desde el que ha de descubrir su vocación-misión que dé sentido a su vida. Sin idealismos. Es también un lugar donde se sufre, se discute, se lucha, pero donde no se rompe nada porque permanece el vínculo de origen divino porque está fundado sobre el sacramento del matrimonio.


- Al hablar de la familia actual, ¿qué excelencia, qué verdad, qué libertad ha de conseguir en la actual coyuntura social española?

Mostrar el amor incondicional, que, a imitación del amor de Dios por cada uno de otros, reproduzca la imagen de Cristo crucificado al mundo: es decir complete lo que falta a la pasión de Cristo a los que hemos sido llamados… porque la familia es el espacio sagrado, imagen de la esponsalidad de Dios con su Pueblo, pensado para dar la vida unos por los otros. La excelencia es educar en la fe, transmitir la fe a los hijos, el aprender a amarse en la verdad y en la libertad, donde pueda verse que las aristas afiladas de nuestra libertad, que generan conflictos permanentes no rompen nada sino que nos incitan al perdón, a empezar de nuevo, a creer en la inocencia del otro, a amarle en la dimensión de la cruz que supone para mi, según el paradigma de Cristo: “amaos como yo os he amado”… ¿Cómo nos ha amado? En la dimensión de la cruz, aceptando ser crucificados por el otro… es decir lo contrario de lo que el mundo propone: sacrificar a los hijos en función de mi proyecto, bienestar, separándonos a las primeras de cambio, negándonos a tener hijos y vivir cada uno para sí mismo, donde el otro, si no un enemigo –aunque tantas veces lo es– es no más que un compañero que me hace compañía, y me da placer… hasta que deja de otorgármelo.


- La gran cuestión para el catolicismo no es cómo ser meramente familia, sino ¿cómo ser familia con la gran familia humana?

Esa es la deriva necesaria de ser amado. Experimentar la demanda divina de ser uno con los otros. De hacer con los otros como Dios ha hecho con nosotros (como dice la Primera epístola de San Juan): compartir su vida, gratuitamente, donarse mostrando el camino de la felicidad, de retorno al paraíso, porque Él nos ha amado primero. El problema es que tenemos que experimentar ese amor “primareado” -al modo Francisco- de Dios, y para eso hay que re-evangelizar a los evangelizados. Para ver al otro como perteneciente a la gran familia humana y tener sensibilidad en el buen sentido de la palabra: ecológica (Laudato sí); fraterna, (Fratelli tutti); amorosa (Amoris Laetitia); sin perder la alegría (Evangelii Gaudium). ES NECESARIO REEVANGELIZAR A LOS YA BAUTIZADOS y reproponer la llamada a la santidad (Gaudete et Exsultate), que es el único camino para ser feliz, porque como decía León Bloy nuestra frustración y desgracia es no ser santos.


- ¿La familia como un lugar para pensar y sentir lo sublime, con otros y para los otros?

El actual debilitamiento de la familia, infravaloración de su función social, y la deconstrucción jurídica de la familia la ha convertido en un bien, pero en vías de extinción por el lastre abusivo, autoritario que ostentó en otros tiempos. “Si bien es legítimo y justo que se rechacen viejas formas de familia tradicional, caracterizadas por el autoritarismo e incluso por la violencia, esto no debería llevar al desprecio del matrimonio sino al redescubrimiento de su verdadero sentido y a su renovación” (nº 52-53). Su verdadero sentido y renovación… se encuentra en reeducar en la fe, en el deseo, en presentar la cara auténtica de lo que fue inspirado por Dios a través de la Familia de Nazaret: “De verdad se puede hacer un hermoso camino con las pasiones, lo cual significa orientarlas cada vez más en un proyecto de auto-donación y de plena realización de sí mismo, que enriquece las relaciones interpersonales en el seno familiar” (Amoris Laetitia nº 148). Por eso es importante rescatar la oración en familia, que con tantas actividades y pantallas en el hogar ha perdido su tiempo y su espacio, transmitir la fe los padres a los hijos en un contexto de iglesia doméstica, y también compartirlo en comunidad, con otras familias, para que los hijos no experimenten el vértigo en el colegio y la universidad de sentirse bichos raros en esos contextos, sino que hay muchos como ellos que comparten la fe.


- ¿La familia como un lugar para vivir un proyecto junto con todas las familias pobres del mundo?

Hay que ampliar el concepto de pobreza. La mayor pobreza es la expulsión de Dios de la vida de la familia y la desaparición de la comunidad eclesial del horizonte. Hace que esta se centre en el amor al dinero, los sentimientos, la supervivencia… y las consecuencias es vidas vividas en paralelo, separadas, con relaciones superficiales, o afectos esclavos y miedosos, en soledades sin esperanza, en mediaciones basadas en el interés individual. Expulsión de los niños discapacitados, expulsión de los ancianos, miedos a las nuevas vidas.


- ¿Qué desviaciones integristas equivocadas ha de superar en el momento presente una concepción estrecha sobre la familia?

El Papa Francisco abre el abanico de qué se puede entender por familia. Pero para mí no es cuestión del estatuto jurídico o las múltiples formas culturales de familias que podrían darse… si no qué implica en la Revelación ser familia: esto es lo que nos muestra paradigmáticamente la humilde familia de Nazaret. Estar abiertos a la acción de Dios, en la apertura a la vida en sus múltiples modos, en el espíritu de la mutua donación y servicio, en la acogida del otro como es, en la relación que conjuga libertad-amor-verdad, en la escucha permanente de la voluntad de Dios, en la educación en la verdad, en la participación en la vida de la familia más amplia: la Iglesia. Todo esto hay que educarlo, no es algo que se dé de forma natural o espontánea. De aquí la gran tarea evangelizadora que nos queda por hacer después de la revolución cultural anti familia que nos va a tocar vivir.


- “El eros se purifica con eros”, decía usted en su ponencia. Brevemente, ¿nos explica esta bella expresión?

Ante los sucesivos intentos idealistas de espiritualización de enfocar el modo de ser hombre y mujer, Juan Pablo II y Benedicto XVI sentaron las bases para una renovación de la antropología, cerrando el paréntesis de una antropología filosófica centrada en el dualismo griego. El ser hombre es un ser psico-físico-espiritual, cuya unidad cuerpo-alma es inextricable. Por eso ante la tendencia querida por Dios, a buscar el placer, típico de nuestra carnal condición, sólo el disfrute de un placer mayor puede contrarrestar las fuerzas libidinales que nos arrastran a un goce puramente narcisista y egoísta. Es decir la pedagogía del deseo, que también recoge al papa Francisco siguiendo a BXVI, trata de poner el énfasis en que hay más placer en donarse que en vivirlo todo para uno mismo. Eso es eros que necesita que la caridad sea eros.

“Algunas corrientes espirituales insisten en eliminar el deseo para liberarse del dolor. Pero nosotros creemos que Dios ama el gozo del ser humano, que él creó todo para que lo disfrutemos (1 Tom 6,17). (Amoris Laetitia nº 149).


Como decía Cantalamessa: “Su amor no nos sustrae necesariamente de la llamada de las criaturas y en particular de la atracción del otro sexo (esta forma parte de nuestra naturaleza, que él ha creado y que no quiere destruir); pero nos da la fuerza de vencer estas atracciones con una atracción más fuerte. “Casto –escribe san Juan Clímaco– es aquel que expulsa al eros con el Eros” (Cantalamessa, 2020)


- “El discurso liberador romántico está agotado” (Javier Gomá). Pero cuando nos referimos a la mentira romántica y a la verdad, ¿de qué manera podemos estar a favor de una posible amistad romántica feliz entre personas adultas?

En el amor verdadero hay que espiritualizar a eros, y, al mismo tiempo, poner en la realidad a ágape, y combinarlos. Separar a eros de ágape es reducirlo a sexualidad. Separar a ágape de eros es reducirlo a misticismo insustancial. Nuestra sociedad ha realizado gracias a Freud, Reich, Marcuse, Simone de Beauvoir, Ayn Rand, Hanna Arendt y a la batería innumerable de neofeministas y postmodernos esta separación irreconciliable, reduciendo todo a eros y romanticismo mentiroso. El resultado es el mercado social y mediático en el que toda relación humana es medida por el principio del placer visual, sexual, afectivo. El romanticismo se recude a si no siento no amo. “El amor se positiva hoy como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. El sexo es rendimiento. Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposición, equivale a una mercancía. El otro es sexualizado como objeto excitante. No se puede amar al otro despojado de su alteridad, solo se le puede consumir” . […] “Si el otro se percibe como objeto sexual, se erosiona… El otro como objeto sexual ya no es un «tú»”. La amistad pues, si no se contamina con sexo, es maravillosa. Si se sexualiza, hay que educarla, poner el énfasis en donde hay que ponerlo, en la línea de la unión sacramental y de la responsabilidad a la que nos invita la Humane vitae. Porque la mera emoción o sentimiento de gustarse está agotado antes de empezar la relación. Y el hombre y la mujer están hechos para la eternidad, tiene incoado un eco del paraíso que es la comunión, con sexo, pero más allá de él. No para el mero goce narcisista pero compartido.


- Compartimos cada día con personas que dicen ser no creyentes. Sin Dios, no todo está permitido, ¿por qué?

Si nos regimos por los principios antropológicos actuales y somos coherentes con ellos (reducir al ser humano a mera bestia biológica sofisticada que lucha por la supervivencia) o mero ser sexual libidinal que solo ve al otro como partner para obtener placer, la vida humana es insostenible. Es lo que estamos viendo y que a duras penas la legislación común que compartimos logra sostener. Y los principios éticos son muy frágiles, son sostenibles en el supuesto hipotético de poder mantenernos en diálogo como seres racionales, pero no son suficiente para mantener la convivencia, si no compartimos un principio superior, en torno al bien común, fraguado sobre la base de que somos hijos de un mismo Padre, por tanto, hermanos, por tanto, dependientes unos de otros, llamados a amarnos, y compartir los ricos bienes que hemos recibido inmerecidamente como herencia.

INTENCIONS DEL PAPA juny

Un Congreso sobre la Amoris Laetitia

Eduardo Ortiz Llueca

En el rezo del Ángelus del 27 de diciembre de 2020 y con motivo de la Fiesta de la Sagrada Familia, recordaba el Papa Francisco lo que el amor conyugal y familiar está llamado a ser, subrayando el papel decisivo que tiene en la evangelización. A renglón seguido advertía que el 19 de marzo de 2021 iban a cumplirse los cinco años de la promulgación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia e invitaba a un período de reflexión sobre los contenidos de este documento (1) desde la referida fecha de marzo del año pasado hasta el 26 de junio de 2022, cuando tendrá lugar el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma.


La Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” está dedicando desde el curso pasado un ciclo de conferencias a los grandes temas de esta singular Exhortación Apostólica. Tienen lugar los últimos lunes de cada mes, exceptuando julio, agosto, diciembre. Quedan tres intervenciones, la correspondiente a marzo y dos en mayo, pues el último lunes del próximo abril celebramos la Fiesta de San Vicente Ferrer. Además, el lunes 14 y el martes 15 del pasado mes de febrero, organizado por la Universidad CEU-Cardenal Herrera y la Universidad Católica de Valencia, hemos tenido la oportunidad de asistir a un importante Congreso Internacional sobre Amoris Laetitia.


El primer bloque de conferencias de este Congreso ha explicado y profundizado en el significado de la generatividad (Francesco Botturi, Università Sacro Cuore, Milán). Se trata de una categoría referida a una realidad que nuestra cultura parece haber dejado en la penumbra, a pesar de su enorme importancia. En efecto, generar a una persona es traerla al mundo, sin lo cual nada de lo que pueda venir a continuación tiene lugar, y también hacerse cargo de ella de tal modo que ocurra su promoción (por utilizar la terminología del filósofo personalista Maurice Nédoncelle). Para todo ello hace falta la experiencia del amor genuino, pues a él se debe el establecimiento de los vínculos interpersonales necesarios para el desarrollo apropiado de las personas (Juan José Pérez Soba, Facultad de Teología San Dámaso, Madrid).


¿Son tales vínculos los que la familia aporta? Desde luego, están entre ellos. Pero, ¡cuidado! Sin su cultivo adecuado por parte de los implicados, dispuestos a recomenzar una y otra vez desde la comprensión y el perdón continuado y a crecer en el ejercicio de las virtudes domésticas, aquellos vínculos seguramente se debilitarán y hasta se romperán. Dicho de otro modo, lo que la familia es, a saber, una “íntima comunidad de vida y amor” (2), ha de llegar a serlo a su vez.


Las familias y las personas no estamos solos en esa tarea: existen los auxilios suficientes para acometerla con éxito. Pero es menester recurrir a ellos, solicitarlos una y otra vez. Y esto es algo que no es de recibo, porque es tan fácil no practicar la sencilla operación de tender la mano y pedir ayuda, quizá por descuido, quizá por inadvertencia, quizá por una mal entendida vivencia de la autonomía de cada persona o de cada familia…


La etiqueta que abarca esas ayudas que las familias y sus miembros integrantes necesitan de un modo u otro, se llama “educación” o “formación”. De ahí que la segunda parte del Congreso se haya dedicado a tratar la educación de la dimensión afectiva de la naturaleza humana (Raúl Sacristán, Facultad de Teología San Dámaso, Madrid). Junto con el acento en los vínculos interpersonales y en la pastoral de la prevención, la atención a los afectos (“deseos, sentimientos, emociones…”, AL, n.143) es otra de las novedades de este texto del Papa Francisco.


Educar la afectividad siempre ha sido necesario, pero es una urgencia en estos tiempos nuestros tan pretendidamente racionalistas y sin embargo


Educar la afectividad siempre ha sido necesario, pero es una urgencia en estos tiempos nuestros tan pretendidamente racionalistas y sin embargo tan manifiestamente emotivistas a la vez tan manifiestamente emotivistas a la vez. Así las cosas, nuestros deseos, sentimientos y emociones están necesitados de recorrer un “camino pedagógico” (AL, n.137), que les descubra la significativa contribución que pueden hacer a nuestro natural deseo de plenitud y por tanto al conocimiento de nosotros mismos. De hecho, la ajustada integración de lo que nuestra afectividad nos transmite, es uno de los elementos que hacen posible encontrar vías de solución a los tan extendidos conflictos del amor (Ángel Barahona, Universidad Francisco de Vitoria, Madrid).


Pero el elemento central, el núcleo que hace posible la recién mencionada integración es la vivencia sostenida del “amor verdadero” (AL, n.90), cuyas características más sobresalientes desvela San Pablo en el Himno a la Caridad (1 Co 13, 4-7). Dos conferencias del Congreso –las de los profesores Barahona y Pérez Soba- se detuvieron a hacerse eco del comentario del Papa Francisco al célebre texto paulino en el capítulo cuarto de su Exhortación Apostólica, repasando algunas de sus esclarecedoras observaciones.


No obstante, sin presentar una reflexión sobre la espiritualidad conyugal y familiar (capítulo último de la Amoris Laetitia) y sobre lo que supone la acción del Espíritu Santo en el sacramento del matrimonio, un encuentro académico como el que estamos reseñando, hubiera estado cojo. A esos dos cometidos, tan estrechamente relacionados, se dedicaron las dos últimas ponencias del Congreso (Juan Andrés Taléns y Vicente Fontestad, ambos de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer y del Pontifico Instituto Teológico Juan Pablo II).


Quienes organizamos este evento no quisimos que quedara al margen el tema del alcance social (y político) de la familia (Ginés Marco, Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir). Ella es célula básica de la sociedad, suele afirmarse. No obstante, vuelve a ser más que oportuno preguntar, ¿por qué? De la respuesta a esta pregunta depende asimismo una acogida fructífera de esta exhortación papal sobre “el amor en la familia”.


Y es que el amor no es solamente un asunto privado, sino también público: tan decisivo para la identidad personal de cada uno de nosotros como ineludible para el logro del bien común. Pero la primera de todas nuestras experiencias amorosas la tenemos las personas en el seno de nuestras familias. Al abrigo del amor conyugal allí vivimos y aprendemos el amor paterno y materno-filial, el amor entre hermanos, el amor a quienes pertenecen a la familia extensa, el amor a quienes se relacionan como amigos con nosotros y también el perdón, que renueva y sostiene todos los otros tipos de amor. En el seno de la familia, de la familia cristiana al menos, se vive y aprende incluso el amor a quienes nos han hecho un daño u otro, pues eso es lo que los seres humanos nos hemos hecho y nos hacemos de distintos modos no solamente unos a otros, sino también al Dios de Jesucristo, quien sin embargo ha respondido y responde una y otra vez renovando la relación personal con cada uno de nosotros.


La apropiación de un amor así, incondicional, hace nacer en quien lo acoge la virtud de la misericordia, “entre todas las virtudes que hacen referencia al prójimo /es/ la más excelente” (3). Ella nos lleva a experimentar pena por el sufrimiento ajeno como propio, de modo que lo intentamos remediar como si fuera el nuestro. Quien practica la misericordia extiende más allá de su familia el círculo de sus relaciones amorosas interpersonales. De algo así cabe esperar la renovación de las personas y de las sociedades.


(1) Lo citaré a partir de ahora como AL, seguido del número del apartado correspondiente del documento

(2) Constitución Gaudium et Spes, n.48.

(3) Sto. Tomás de Aquino, Suma de Teología, II-II, q.30, a.4.


COMENTARI



Vaig participar en algunes de les sessions del Congrés Amoris Laetitia. Molt bé tot el que vaig escoltar… Es notava la preparació doctrinal dels ponents. Solament em sorgix una pregunta: Es va parlar en algun moment sobre els temes controvertits de l'encíclica: divorciats tornats a casar, célibes casats, parelles d'homosexuals, etc? Qui ho va fer? Jo no ho vaig escoltar. Algú em pot explicar. No entendria que en un Congrés que es presentava organitzat per la Universitat Catòlica i pel CEU san Pablo, amb alt nivell, no s'haguera tractat explícitament esta temàtica relativa a acompanyar, discernir i integrar la fragilitat (cap 8 d'AL).

Amalia Giner. València.

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