«Recemos por aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales en dictaduras, en regímenes autoritarios e incluso en democracias en crisis»
Querido Jesús: me has pedido un comentario a la intención de oración que el Papa Francisco nos propone para el mes de abril. Confieso que no sé lo que hay más allá de las palabras en que se ha expresado esa intención; pero aun así, intentaré expresar lo que a mí esas palabras me sugieren.
“Recemos”: supongo que es un verbo que, por su forma –primera persona de plural-, implica al Papa y a cuantos quieran unirse al Papa en esta oración; supongo asimismo que, tratándose de oración, nuestras palabras estarán dirigidas a aquel a quien pedimos, a Dios, Padre de todos y amor que todo lo abraza; pero habré de suponer también que las palabras con que oramos tienen como destinatario primero y principal nuestra propia conciencia; pues no es Dios el distraído en materia alguna, tampoco en materia de respeto a los derechos fundamentales de las personas, sino que acostumbramos a serlo nosotros y somos nosotros aquellos a quienes Dios reza para que remediemos lo que sólo nosotros hemos dañado.
Así que ese “recemos”, me suena equivalente a: “Señor, danos una mano para que nos hagamos cargo de aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales de todos”.
Tal vez el mayor enemigo que tiene hoy el ejercicio de esos derechos fundamentales sea la indiferencia con que los creyentes los vemos pisoteados. Arrojamos a los pobres a los caminos de la emigración clandestina, y no nos inmutamos. Los vemos humillados en esos caminos, vejados, expoliados, explotados, y no nos inmutamos. Sufren en esos caminos, mueren o desaparecen en ellos y, como si de nadie se tratase, no nos inmutamos.
“Recemos” para inmutarnos. “Recemos” aunque sólo sea para inmutarnos.
Luego se explicita por quiénes hemos de rezar: “por aquellos que arriesgan sus vidas luchando por los derechos fundamentales”. Supongo que podemos tener en la mente y muy en el corazón a cuantos denuncian las injusticias que se cometen contra los pequeños de la tierra y luchan para evitar que se cometan; pero he de suponer que los primeros luchadores en esa batalla son precisamente los vejados, los humillados, los pisoteados; ellos son los únicos que cuentan las bajas a millares y los sufrimientos a sin número.
Todo emigrante clandestino es hoy un luchador por su libertad y por la mía.
Todo emigrante clandestino arriesga hoy su vida por su libertad y por la mía.
Supongo que aquel “recemos” inicial quiere ser sobre todo una llamada de atención a quienes recen, se supone que a hombres y mujeres creyentes en Cristo Jesús, para que recordando a quienes se arriesgan, asuman la responsabilidad que les corresponde y se impliquen ellos también en esa lucha por la justicia.
Detrás de ese “recemos” que a todos quiere implicarnos en la tarea, hay sentido de la justicia, hay una mirada compasiva sobre el que sufre, hay humanidad y solidaridad, y se supone que hay esa gracia de la fraternidad, que nos permite ver hermanos en el hombre, en la mujer que sufren, una fe que nos permite ver en ellos a Cristo, vernos en ellos a nosotros mismos.
Que no nos desoriente la referencia genérica a quienes “arriesgan sus vidas luchando”, pues entre esos luchadores encontrarás no sólo a hombres y mujeres, encontrarás niños y bebés e incluso no nacidos… Ésos son los luchadores de esta guerra por la justicia.
A continuación se hace referencia al campo de batalla. Curiosamente, no se trata de los caminos donde sufren y mueren los emigrantes, sino de los regímenes políticos que, violando derechos fundamentales de las personas, arrojan a los pobres a los caminos donde sufren y mueren.
La tragedia de la emigración clandestina no se fragua en los caminos de los pobres sino en los despachos de la política.
Lo subrayo, hermano Jesús, por si fuese necesario: no estoy interpretando el pensamiento del Papa Francisco; sólo estoy confesando los míos; y creo que esa intención de oración que me has pedido que comentase, a la hora de nombrar enemigos de los derechos fundamentales de los pobres, señala “dictaduras, regímenes autoritarios e incluso democracias en crisis”.
Lo dicho, es sólo mi confesión: pero esta intención nos señala a todos.
Va todo con un abrazo de este hermano menor.
El senyor alcalde don Joan Ribó, en la reunió que vam tindre a l’ajuntament el dimarts dia 17 de març, va connectar de manera immediata amb una de les nostres propostes: “Fer un monument a la Ciutat de l´Artista Faller als desapareguts a la mar Mediterrània”. I també el regidor don Carlos Galiana va concretar una possible oferiment: Al centre de la plaça de Regino Mas, que s’està ara mateix reurbanitzant. Sí, podria ser ací mateix, a la porta de l’escola, amb caràcter educatiu, on hi ha un col·lectiu de xiquets i xiquetes de més de 26 nacionalitats. Un bon lloc.
En termes econòmics, quant costaria? com podria ser possible el finançament? Esperem que l’Ajuntament, amb altres organismes institucionals, assumisca esta iniciativa solidària, de manera innovadora i creativa.
Cal anar a poc a poc, madurant este i altres possibles projectes. Tal vegada el primer és presentar esta idea i escoltar el Gremi dels Artistes Fallers. Un monument realitzat pels artistes fallers, amb materials adequats (vidre, trencadís, etc.) podria ser molt bell. Els artistes fallers són un col·lectiu de gran altura i amb grans visions, dignes del millor dels respectes. Hi ha una Pietat amb esta temàtica, l’artista de la qual és José R. Davis, exposada al Museu de l´Artista Faller, que impacta.
El tema s’ho mereix. Hi ha moltes persones que continuen morint al Mediterrani. I urgix ajudar a prendre consciència que és cosa de tots la causa dels migrants i refugiats. En la parròquia estem desenvolupant un bell projecte intercultural i interreligiós, amb sant Josep Artesà, inmigrant i refugiat. La nostra intenció en Càritas parroquial i en AVSA (Associació Valenciana de Solidaritat amb l´Àfrica) és fer tot el que puguem per acollir-los, protegir-los i integrar-los. Amb tots els del barri de la Ciutat de l´Artista Faller i per al bé de tots els valencians. Gràcies.
Gumersindo Pacheco, también conocido como Sindo Pacheco, nació en mi antigua parroquia de Cabaiguán (Cuba), en 1956, y es un narrador perteneciente a la generación de los 90.
Cultivó el cuento y la novela, y tiene publicadas numerosas obras tanto para niños y jóvenes como para adultos. En 1996 salió hacia Costa Rica, y luego emigró a Estados Unidos, radicándose en la ciudad de Miami, lugar donde actualmente reside. Ha publicado entre otros los siguientes libros: Oficio de Hormigas (cuentos, 1990), Premio Abril; y las novelas Esos Muchachos y María Virginia está de Vacaciones (esta última recibió el premio latinoamericano 'Casa de las Américas', el premio anual 'La Rosa Blanca' que concede la 'Unión de Escritores y Artistas de Cuba', y el 'Premio de la Crítica a las mejores obras publicadas en Cuba durante 1994'.
Desde la obtención del premio El Caimán Barbudo (1990), se destacó por el humor y la ironía con que examina la realidad cubana, en particular el mundo de los adolescentes, de la escuela secundaria, de los escritores, de las pequeñas ciudades del centro del país. Jbm.
PERSONAL
- Gumersindo, mucho tiempo que no nos vemos… ¿qué es lo que más pervive en usted de la memoria de nuestro Cabaiguán querido?
La memoria va recorriendo etapas, todas diferentes. De los años sesenta recuerdo el pueblo lleno de energía. Aún no se había expropiado la pequeña propiedad privada, y el pueblo entero era un hervidero de negocios, cafeterías, quincallas, tiendas de ropa…; carritos ambulantes ofertado helados, churros, ostiones. Transitar en aquel tiempo las cuatro cuadras de la calle Valle, que sigue siendo la calle comercial, podía tardar para un niño, como éramos entonces, toda una tarde completa, de tanto detenerse aquí y allá a mirar, a descubrir cosas nuevas cada día. De los setenta recuerdo las fiestas de la Colonia Española, del Club Campestre (ya éramos adolescentes y jóvenes), las películas que entonces había diariamente en nuestro pueblo (hoy funcionan unos ocho o diez cines en todo el país, todos en La Habana). En los ochenta me tocó ser esposo y padre. Recuerdo esa primera etapa de mi paternidad, corriendo atrás de la comida. Luego recuerdo de modo muy especial, la labor que usted hizo en la parroquia, como sacerdote del pueblo, con aquellos niños marginales en el llamado Período Especial. Todos se formaron ahí; y hoy en día son hombres de bien. Más tarde me tocó salir de Cuba; pero vuelvo cada corto tiempo allá.
- La distancia de Cuba y el tiempo que va pasando, ¿qué están significando en su vida?
Ya expliqué más arriba, querido padre Jesús, que vuelvo muy a menudo a la tierra. Tengo parte de mi familia allá, además de mi esposa.
- ¿Qué historias le están surgiendo en Miami?
Lo primero que me pasó fue que yo había salido de Cuba, pero mis personajes no. Casi todo lo que he escrito aquí, sigue transcurriendo allá. Me ha costado mucho trabajo sacarlos de la isla. Apenas unos pocos cuentos, y una parte final de una novela inédita, suceden de este lado.
-Veo en su página de Facebook que está releyendo a algunos clásicos españoles. ¿Qué autor tiene ahora en sus manos?
Estoy releyendo a Mark Twain y a Saramago.
- ¿Siempre aprendiendo de El Quijote?
A El Quijote ha de volverse cada cierto tiempo. Siempre es un libro diferente, inagotable. Todo, absolutamente, está ahí dentro. Es mi referente universal.
RELIGIÓN
- ¿Cómo percibe en estos momentos la vida de la Iglesia en Cuba?
No estoy muy familiarizado con el tema. Veo que mucha gente va a la Iglesia; pero no estoy seguro que tengan un compromiso social con la comunidad.
- ¿Le parece que la jerarquía de la Iglesia es “sincera” en Cuba?
El asunto es un poco complejo. La mayoría de los jerarcas prefieren “no buscarse problemas”. Un por ciento elevado de la población cubana es católica; y ni siquiera existe en el país una simple emisora de radio para transmitir el mensaje del evangelio. Tampoco el Vaticano exige nada. Tiene una posición más bien complaciente y servicial.
- ¿Qué tres valores de la Iglesia cubana, le siguen iluminando?
La sobrevivencia (fue muy difícil haber sobrevivido al asedio de los años 60 y 70). La estoicidad. La perseverancia.
SOCIEDAD
- ¿Cómo está evolucionando la vida de Cuba, en el día a día?
Los pueblos cambian de un día a otro, y apenas se nota nada, como el niño que nadie ve crecer. Este pueblo de ahora no es el mismo de los ochenta, de los noventa, del de principios de siglo. Las redes sociales están jugando un papel esencial en una toma de conciencia de la gente.
- ¿Qué está pasando ahora mismo en la vida social de la ciudad de Sancti Spiritus?
Ahora mismo, con el asunto de la pandemia, casi todo está como paralizado en ese aspecto; pero a nivel de redes sociales se mantiene mucha actividad.
- ¿Qué tal recibe el humor vital de la Isla?
El humor es lo que más ha permanecido en Cuba a través de su historia. Va variando de formas, de enfoques, pero el cubano nunca ha dejado de reír, aún en los más tristes momentos del país.
- ¿Qué escritores cubanos, críticos con el sistema que impera en Cuba, nos recomienda leer?
Hay muchos escritores, casi todos críticos. La literatura tiene una naturaleza subversiva, crea una realidad nueva como una forma de protesta de la realidad real. Ahora mismo se está haciendo muy buena literatura cubana tanto en la Isla como fuera de ella. Los autores (me refiero a la narrativa en específico) que más éxito están teniendo en Cuba son Leonardo Padura y Pedro Juan Gutiérrez, entre otros.
M’envien la intenció de pregària per al mes de maig del papa Francesc que diu així: “Intenció universal: El món de les finances. Preguem perquè els responsables del món financer col·laboren amb els governs, a fi de regular els mercats financers per a protegir els ciutadans del seu perill”.
Per a entendre bé esta intenció de pregària, és bo matisar algunes qüestions. La primera la faig respecte a la regulació dels mercats financers. El primer que caldria dir és que, com qualsevol mercat (fins i tot els informals), han de tindre una sèrie de normes que els regisquen. Estes poden ser establides per les autoritats competents o pels participants en el mercat, però han d’existir, ja que sense elles no podria existir el mercat. Per tant, quan parlem de regular els mercats financers, estem parlant d’alguna cosa que ja es fa, d’una cosa que és una realitat.
No obstant això, escoltem amb freqüència la cantarella que cal desregular els mercats. Llevar determinades normes que regixen els mercats no és més que regular-los d’una altra manera. Sense eixa regulació no podrien existir. Quan diem que desregulem, el que realment estem fent és donar unes normes diferents a un mercat que poden oferir més oportunitats a qualsevol dels seus agents perquè posen o no en pràctica uns determinats comportaments. Però no ens enganyem, no hi ha mercats financers desregulats, sempre tenen unes normes o altres, siguen estes més o menys permissives per a uns agents o altres.
Per tant, regular els mercats no és una cosa mala o bona, sinó necessària i sense la qual estos mercats no existirien. A més, en esta regulació solen col·laborar els responsables del món financer amb els governs. Açò també és una cosa habitual que no solament succeïx en este sector sinó que és una pràctica habitual en l’organització econòmica.
¿On està, per tant, la novetat d’esta intenció de pregària? No es tracta de demanar que es regulen els mercats i que els responsables del món financer ho facen, perquè açò ja ocorre habitualment. La verdadera intenció de la pregària és la direcció en què es demana que es regulen estos mercats: “protegir els ciutadans del seu perill”.
Però ¿per què uns mercats financers poden arribar a ser un perill per als ciutadans? ¿No haurien d’estar al seu servici? La seua existència ¿no és una cosa beneficiosa per a la societat i l’organització econòmica? Pensar que els mercats financers són perillosos per a les persones sembla contraposat a la necessitat que té tot sistema econòmic que existisca un sistema financer que permeta els ciutadans aconseguir diners prestats quan els necessiten i estalviar amb seguretat quan tenen fons que no utilitzaran en eixe moment.
Però esta afirmació té les seues causes perquè, quan els mercats financers es regulen de manera que es reduïx el control de riscos i es creen instruments poc segurs, quan les entitats financeres poden transmetre els riscos als estalviadors sense que estos en siguen conscients, quan s’eleven els tipus d’interés d’una manera desorbitada o es cobren altes comissions per servicis financers estàndards, quan s’afavorix l’endeutament, quan la compravenda de molts instruments financers s’assembla més al joc que a una activitat d’intermediació, quan la seguretat del sistema financer es clevilla en conjunt i s’incrementa la inseguretat, els ciutadans poden vore que l’esquema financer de l’economia en lloc de facilitar-los el dia a dia els produïx problemes econòmics.
Al mateix temps, un sistema financer que en lloc d’estar al servici de l’economia real se sobredimensiona i fa que tota la societat estiga massa endeutada, comporta un risc de crisi que també pot acabar repercutint negativament en els ciutadans, en les empreses i en el conjunt de l’economia (com va passar en la primera dècada d’este segle). Les recurrents crisis financeres que hem observat en molts països i a escala mundial des de mitjan segle XIX no fan sinó confirmar este temor.
Per això cal que la regulació busque assegurar que el sistema financer complisca la seua funció, que no és una altra que facilitar que qui es gasta més del que ingressa puga tindre l’oportunitat de finançar-se per a aconseguir-ho i que qui gasta menys del que ingressa puga posar els estalvis en un lloc segur, que li permeta no perdre’ls i finançar activitats útils per a la societat.
Açò s’aconseguix amb una regulació que possibilite una manera segura de fer finances, que no busque el benefici a curt termini sinó la relació de confiança a llarg termini, que reduïsca d’una manera clara els riscos en lloc d’elevar-los, que siga transparent i permeta els estalviadors saber els usos que estan tenint els seus fons, que no busque l’endeutament generalitzat sinó que equilibre els estalvis amb els deutes i que, en essència, es pose al servici de l’economia real i de les persones que en fan ús i no de l’afany il·limitat d’obtindre més riqueses.
“Recemos por los jóvenes que se preparan para el matrimonio con el apoyo de una comunidad cristiana: para que crezcan en el amor, con generosidad, fidelidad y paciencia”.
1.- El hombre es un ser político.
El ser humano es un ser político, por dos razones, porque evoluciona en su organización social y es capaz de reflexionar sobre sus costumbres y convertirlas en leyes que rigen las relaciones sociales. Los animales son seres sociales. Este ser político del ser humano es el que genera instituciones. Que son historia y derecho. Cauces jurídicos de vida colectiva. Que forman parte del ser humano. No son ajenas a él. Cada institución es creada para algo, con un objetivo. La institución básica de la sociedad es la familia, previa al Estado, incluso. ¿Cuál es la función de la familia? Dar al ser humano el ser físico y moral. La vida y la educación. Sin eso no hay sociedad. Esta función de procurar el ser físico y moral es para todas las familias, cristianas o no.
Las familias cristianas tenemos unas funciones que llevan a la familia a su plenitud. Son cuatro:
1. Formación de una comunidad de personas.
2. El servicio a la vida.
3. La participación en el desarrollo de la sociedad.
4. La participación en la vida y misión de la Iglesia.
Cuando un hombre y una mujer se casan, se entregan el uno al otro del todo. Haría reír el pensar solamente que, en la boda, cuando el sacerdote pregunta a Fulanita si promete fidelidad a Fulanito, contestara que SI, menos los sábados por la noche, pues tenía un compromiso anterior y tenía que tener libres estas horas para poder atenderlo. Parece que nadie en su sano juicio aceptaría un compromiso matrimonial así. Es decir, que va de suyo que uno se entrega al otro completamente. Pues si en el pacto matrimonial es normal no aceptar una donación mutua que no sea del todo, ¿podemos considerar normal que la familia no se meta en política? ¿o no sea evangelizadora? ¿o no procure una educación a los hijos en donde prime la entrega? ¿o no crezcamos en entrega por el otro? Va de suyo en nuestro ser familias cristianas el vivir estas cuatro dimensiones.
2.- ¿Por qué es importante entonces la institución matrimonial?
¿No basta con el amor? Como se dice en ocasiones ¿qué pinta el matrimonio si con que haya amor es suficiente?
Si nos preguntamos ¿qué es amar? Podemos dar muchas respuestas, con muchos matices, pero hay una en la que rápidamente podemos ponernos de acuerdo. Amar es un verbo. Es decir, una acción. ¿Incluye un sentimiento? Normalmente sí, pero es más que un sentimiento. Esto no quiere decir que el amor matrimonial tiene que estar exento de sentimientos, sino que quiere decir que tenemos que entender el amor como algo más que un sentimiento.
Es evidente que si se está permanentemente enfadado con el otro es una señal de que hay algo que no va bien. Como casi siempre en la vida la cosa tiene mucho que ver con la dinámica que lleva la vida.
¿Cuál es la función de la institución del matrimonio? Dar consistencia al amor.
¿Cómo? Al afirmarlo en un compromiso público. Cuando uno se hace una promesa a sí mismo “a partir de mañana hago tal cosa” no se siente igual de responsable que cuando se la hace a otros “mañana te hago tal cosa”. Pues en el compromiso público del amor, que es el matrimonio, uno se hace responsable ante el otro y ante los otros.
La institución matrimonial dota al amor de historia y derecho. Al hacer esto, no lo encarcela, lo hace más humano. Lógicamente si no hay amor, la institución no lo produce. Es decir que la institución matrimonial no proporciona el amor a las personas, está al servicio de ese amor.
Se critica a la institución matrimonial (como a muchas instituciones) ser una especie de cárcel del amor, de la espontaneidad que debe presidir el amor. Como si fuera una especie de carga que impide al amor desarrollarse libremente. Sin embargo, conviene mirar a la realidad y preguntarse: ¿las alas de un pájaro son una carga? ¿Lo son? Evidentemente pesan, pero ¿su nota predominante, lo característico de ellas es que son una carga? o más bien ¿es aquello que le ayuda al pájaro a volar? Algo parecido sucede en este caso.
La institución matrimonial ayuda a las personas a afrontar los vaivenes de la vida unidos por algo más que su sola voluntad. Aunque evidentemente sin su voluntad no sirve de nada. Cuando unos escaladores escalan una montaña, van atados unos a otros. La cordada ¿quita libertad o más bien permite llegar a donde uno quiere? Por lo poco que sé de montañismo la cordada se usa en las zonas de mayor dificultad, para ofrecerse seguridad unos a otros.
Es evidente que todo esto no sucede si no hay amor. Pero si lo hay, la institución matrimonial es el lugar ideal para vivirlo, desarrollarlo y llevarlo a su plenitud.
Una plenitud que no puede ser sólo “interna”, es decir que no puede afectar sólo a los miembros de ese matrimonio o esa familia, sino que debe implicar a los hombres en la realización de un bien común relevante para las personas.
Es por eso que uno de los grandes males del matrimonio hoy es esta especie de “privatización” del amor. Se ve la familia como un oasis, rodeada por el “desierto social”, como una isla en medio de un mar turbulento, como una especie de refugio ante los derrumbamientos de una sociedad entorpecida por la ausencia de valores.
Es como si sólo se pudiera llevar una vida auténticamente humana dentro de la familia, una vida que conozca el respeto, la sencillez, la verdad, el amor, la paz. Fuera de la familia, de la casa estaría el mundo público, el de la competitividad, la lucha, el mundo de los papeles, de las máscaras, de la falta de autenticidad; un mundo en el que el otro no es más que un enemigo, o al menos un extraño.
La relación correcta no es la de enfrentamiento entre estas dos realidades, pública y privada, sino más bien de complementación, en la que la familia es la base de la sociedad. La célula que prepara a la persona a introducirse en la sociedad, la escuela de solidaridad. La privatización en una familia, que se cierra en sí misma, descubre con frecuencia que sus seguridades desaparecen.