Recibo amablemente la invitación a escribir un artículo para la revista Cresol, sobre Bioética para el siglo XXI. Le comenté al coordinador que había personas más preparadas que yo para hacerlo. La razón es que yo siempre me he formado en Ética Clínica, que aunque maneja elementos bioéticos, está orientada a la resolución de conflictos morales en la práctica clínica. Carezco pues de muchos de los fundamentos necesarios, tanto de Filosofía como de Bioética general, para abordar tema tan trascendente. Pero sí le dije que le daría mi opinión sobre la web: www.observatoriobioetica.org de la Universidad Católica de Valencia. Se trata de un noticiario bioético amplio bien estructurado, en noticias generales y en apartados concretos a los que se puede acceder con facilidad clicando en el recuadro correspondiente (Eutanasia, Aborto, Bioética general, etc.). Son mayormente notas breves, aunque las hay más desarrolladas. También disponen de canal en YouTube.
Puede cubrir un vacío sobre la presentación pública de problemas éticos y por tanto orientar muchas búsquedas y reflexiones, un poco en plan de Vademécum de dilemas y dudas. Está totalmente alineada con el Magisterio de la Iglesia, como era esperable.
La veo honesta en general, analizando y desmontando “fakes news” que podrían enervar a los fieles católicos.
Problemas que le veo:
1. Como en todo noticiario puede haber sesgo de selección de temas. Que aunque la mayoría de los problemas éticos se concentran en el Comienzos y el Final de la vida, como dice el Profesor Gracia en “los extremos obscuros lejos del centro iluminado del ring“, hay otros temas que se están abriendo paso como la defensa de los Derechos de los Vulnerables, la Ética Ecológica, la Genómica y la Interfaz entre el sistema nervioso y los dispositivos tecnológicos, que suponen un gran desafío.
2. He detectado algún error tal vez tendenciosillo, en el tema de la Proposición de Ley de Eutanasia del PSOE: pueden solicitarla enfermos graves con mal pronóstico “o” que tengan sufrimiento intratable. Es “Y” que tengan sufrimiento, por tanto condición ineludible para solicitarla. Ya es suficiente coladero el presupuesto planteado en el proyecto de Ley, como para agrandarlo.
3. A veces lo breve deja fuera un análisis más detallado, omitiendo aspectos importantes a saber: comentando el muy desgraciado caso de Lambert, omite que el paciente cuando podía expresarse, siempre se manifestó a favor de la retirada total de medidas de soporte que le mantuvieran con vida más allá de lo razonable, incluyendo la nutrición artificial (era sanitario); en segundo lugar, que la representante legal, su esposa, estaba a favor de la retirada por considerarla encarnizamiento terapéutico; y, por último, que el tribunal admitió estos extremos, argumentándolos suficientemente. No digo que no pueda repugnar conciencias, pero en España los jueces probablemente, hubieran fallado de igual manera (CE, Ley 41/2002 y Criterios de futilidad medica). Todos coincidimos en la complejidad de la valoración ética y que precisa ponderar de alguna manera todos los argumentos. En resumen, buena idea general necesaria en nuestro momento y desarrollo a mejorar en mi criterio.
4. En bioética, un cuerpo interdisciplinar en un contexto multicultural, debería haber mayor presencia de otras visiones tanto para compartirlas como para rechazarlas con honestidad, de forma reflexiva.
«L’Església catòlica és l’única cosa que preserva l’home de l’esclavitud degradant de ser fill del seu temps» (Chesterton)
¿Què són els observatoris catòlics i quines són les seues funcions?
Són mitjans creats per a l’anàlisi científica d’alguns dels problemes socials i de la vida. I per a advertir dels perills de determinades lleis. Miradors que ajuden les persones a rebel·lar-se pel moment que travessen les democràcies occidentals. No és poc.
Este terme evoca aquelles complexes instal·lacions situades a les muntanyes, dotades de te- lescopis potents per a escodrinyar l’univers. Hui el terme s’empra per a denominar les entitats que es dediquen a explorar la xarxa, submergir-se i desentranyar els seus dinamismes i misteris, i arribar als seus amagatalls més recòndits. Esta metàfora és pertinent perquè, igual que els observatoris astronòmics, els d’Internet també es dediquen a fer tasques d’investigació o registre. El que explica que la seua majoria siguen operats per organitzacions o institucions amb un interés especial en un tema determinat, com són universitats, instituts d’investigació, organismes públics, agrupacions gremials, organismes internacionals i organitzacions socials.
¿Quins són els objectius dels observatoris?
El més interessant és com estos laboratoris assenyalen les causes de determinades exclusions després de passar per una investigació duríssima.
Els objectius són: estudiar, informar i formar sobre els principals problemes de biomedicina i dret, relatius a la promoció i a la defensa de la vida, sobretot en la relació directa que estos tenen amb la moral cristiana i les directrius del Magisteri de l’Església.
En la diòcesi de València hi ha un observatori sobre bioètica, i un altre recentment creat per a l’anàlisi social, polític i econòmic.
¿Quina és la missió dels observatoris?
La societat occidental viu instal·lada en l’ansietat del compromís. Ansietat de no ofendre, de no assenyalar l’inadequat. Hi ha un cristianisme «progre» convençut que per a arribar a més gent cal disfressar-se en temes com l’avortament, l’eutanàsia, la immigració...
La missió d’un observatori és vigilar i detectar el que ocorre en el seu àmbit d’actuació, i el seu valor agregat se sustenta en: 1) buscar la informació, 2) destriar la seua rellevància, 3) organitzar-la de manera coherent i 4) presentar-la de manera clara.
Encara que no s’arriba al consens sobre la definició, sí que existix una comprensió tàcita del terme que designa el conjunt d’activitats i procediments destinats a identificar i avaluar aquella informació que es produïx en un context, com a mecanisme per a generar evidència útil per a la presa de decisions en un àmbit de competència (Superintendència Nacional de Salut, 2007).
El meu desig és que els dos observatoris creats en la Universitat Catòlica de València siguen reptadors davant dels abusos socials que s’estan vivint. Amb una agitació intel·ligent, poden ajudar a generar debat públic per a millorar la qualitat de vida de la ciutadania.
El Congreso de los Diputados ha admitido a trámite la proposición de ley de la eutanasia presentada por el grupo del PSOE. Es la tercera vez que llega esta propuesta al Congreso. Parece que hay cierto empeño y urgencia por parte del PSOE, Podemos y sus socios en el parlamento por sacar adelante la primera ley de eutanasia en nuestro país.
La democracia real implica el protagonismo de la ciudadanía en la toma de decisiones, y para ello es imprescindible un amplio debate social antes de aprobar una ley de este tipo y no tanto eslogan, prejuicio y consigna fabricada desde el poder. Resulta imprescindible para formarse un criterio conocer la experiencia real de otros países, las situaciones concretas de enfermos concretos (y no solo del caso mediático de turno), las dudas que surgen ante la aplicación de la eutanasia, o las reflexiones de quien ha estudiado el tema de cerca y desde un punto de vista profesional. La Asociación Médica Mundial en 2019, sin ir más lejos, se posicionó frente a la eutanasia por ser contraria a la ética dado que no garantiza ni calidad de vida ni calidad de muerte.
El PSOE y su socio hablan del derecho del individuo a decidir cuando la realidad es que nadie decide nada sin calibrar las consecuencias de su decisión para su familia y para la sociedad. Esa libertad de la persona enferma para decidir está condicionada por numerosas presiones, especialmente para los débiles y los más pobres.
En primer lugar, se da la presión laboral que impide la dedicación al cuidado de los familiares enfermos, la falta de condiciones en muchas viviendas, los retrasos en las ayudas estatales a la dependencia, la falta de facilidades para la adaptación de los hogares… Las familias con más recursos económicos y sociales abordan mejor estas dificultades, mientras que las más pobres se verán presionadas por la situación familiar y laboral de sus cuidadores. En muchos casos pueden, incluso, verse empujadas a solicitar la eutanasia o el suicidio por el deseo de liberar a la familia de su propia carga. Esta ley en una sociedad tan envejecida como la nuestra lanza un mensaje a los más vulnerables contrario a toda ética del cuidado y la responsabilidad.
En segundo lugar, la falta de desarrollo de los cuidados paliativos en buena parte de España impide que haya una libertad real de elección. El 50% de la población no tiene acceso a unos cuidados paliativos que puedan ayudar a transitar el final de la vida. La necesaria ley de cuidados paliativos sigue aparcada y sin financiación adecuada pero el gobierno da prioridad a la de eutanasia por pura estrategia politiquera.
Exigimos a este gobierno que centre su esfuerzo en que las personas tengamos condiciones de vida dignas hasta el final de la misma. Esto se traduce en que la sanidad funcione para todos, que los cuidados paliativos no sean un privilegio de unos pocos, que todo salario sea justo y sea posible el acceso a una vivienda digna. El camino fácil es deshacerse de quienes no llegan a fin de mes, no pueden pagar residencias u hospitales privados ni adaptar su vivienda de acuerdo con sus necesidades funcionales. Sin estas condiciones de vida dignas, que deberían ser el horizonte político de un gobierno socialista, la decisión de la persona sobre el final de su vida nunca será libre.
Es evidente que a este gobierno le urge sacar adelante una ley que nos vende como de izquierdas. Les interesa identificar el no a la eutanasia con la derecha política y con el encarnizamiento terapéutico alejado de la buena práctica médica. Tal vez deberían conocer la experiencia del Partido Comunista de Portugal que votó en contra de la regulación de la eutanasia y el suicidio asistido en su país argumentando que la responsabilidad del Estado es garantizar la vida digna para todos, sea cual sea su capacidad, su salud y su cercanía a la muerte. Eso sí es una posición coherente con el verdadero socialismo. Tomen nota ustedes, señores del gobierno.
Busco en el Observatorio Social de la Universidad Católica de Valencia el tema de “mujeres internas” y no lo encuentro. Les comparto el siguiente artículo… Gracias. Marta Gandía.
Trabaja de lunes a lunes, sin apenas descanso, cocinando, limpiando y cuidando durante más de 140 horas a la semana, por 800, 1000, 1200 euros… No tiene espacio propio, come, duerme e intenta descansar en su lugar de trabajo. No tiene intimidad, cuando habla con su familia, o con alguna amiga lo hace siempre bajito, para no molestar a los señores, y para que no escuchen sus preocupaciones y sus desvelos.
Siente que es duro, muy duro, que ni su cuerpo ni su alma pueden aguantar más, aunque el mantra que escucha sistemáticamente de familiares y compatiotras es el contrario, el de “AGUANTA”, “TIENES QUE AGUANTAR”, de tal manera que se ha llegado a creer que es una “floja” si tira la toalla, si dice basta a tantas humillaciones.
Lo peor no es el duro trabajo físico y psicológico, es saber que hay familias, que por una triste cantidad de dinero, sienten que pueden comprar tu vida. Y decidir si un día sale o no de casa, o dónde va, o con quién está en su tiempo libre, y recibir amenazas de despido, insistir en que no se quieren escuchar quejas, ni oír hablar de otras condiciones laborales, sin permitir una lágrima o una cara triste, repitiendo como una cantinela que las condiciones están cerradas, si las quieres las tomas, y si no, ya habrá otra que haga el mismo trabajo por menos sueldo. Aunque suene feo, y de otros tiempos, en nuestra ciudad sigue habiendo esclavitud y gente que se aprovecha de esta esclavitud, tristemente también entre los cristianos.
Es la vida de las internas, sin papeles, sin derechos, aceptando cada vez peores condiciones, sacrificando los mejores años de sus vidas por sacar a los suyos adelante. Y que se encuentran atrapadas, vendidas, por la necesidad de dar de comer y pagar facturas. Están en las manos de familias, de clase media y alta en la mayoría de los casos, muy probablemente buenos compañeros de trabajo, amantísimos padres de sus hijos, amigos de sus amigos, y hasta devotos cristianos, pero incapaces de ver a la mujer que trabaja en su casa, cuidando a sus ancianos, como a una persona, con dignidad, sentimientos y vida propia más allá de su trabajo.
El 27 de septiembre la iglesia entera celebra el día del Migrante y el Refugiado. Mi oración este año, será por tantos cristianos, que ni se han dado cuenta que es el mismo Señor Jesús, escondido en la vida pobre de la mujer interna, el que está recibiendo los desprecios y las ofensas.
Por tantos migrantes que claman con angustia y esperanza: “Libérame Señor, como liberaste un día a tu pueblo”. Quien tenga oídos para oír, que oiga.
Ahora más que nunca: Dignidad para los últimos.